Del odio a los planes sociales y a la gente que los cobra (Parte 1 de 25)

“Las acciones de menor importancia que pueden pesar en el crédito de una persona deben ser consideradas por ésta. El golpeteo de un martillo sobre el yunque, así sea a las cinco de la mañana o a las ocho de la noche dejará satisfecho, para seis meses, al acreedor que lo oiga; sin embargo, si te viera jugar al billar o reconociera tu voz en la taberna, siendo que en esa hora deberías estar trabajando, no dejará de recordarte tu adeudo a la mañana siguiente, exigiéndote el pago aun antes de que hayas podido reunir el dinero.También, debes manifestar en toda ocasión que no olvidas tu deuda, procurando mostrarte siempre como un varón diligente y honorable. De este modo se consolidará tu crédito”.

I.

Eso es Weber citando a Benjamín Franklin en el ensayo sobre la ética protestante y el espíritu del mismo. Protestante acá quiere decir “calvinista” y calvinista acá quiere decir que si te salvás te salvás por la gracia de Dios y si no te kb. Hay una predestinación de esa gracia que se manifiesta siendo “varón diligente y honorable”, pero ser diligente y honorable no causa directamente la salvación. La gente no es capaz de arrepentirse totalmente del pecado por sí misma debido a que somos inherentemente una manga de depravados que aprenden solo a las patadas. Un calvinista acumula guita no por avaricia si no como un subproducto accidental de ser diligente y honorable, de hacer obras de bien. No es que se quiere comprar algo específico, quiere sumar Puntos de Salvación, como si los anotase en su hoja de personaje de D&D. Todo el protestantismo es un poco como Dungeons & Dragons, porque ambos se basan en tratar de resolver las contradicciones lógicas que producen la fé y la magia. La causalidad es lógica, la salvación no, y la correlación no implica causalidad.

El otro elemento en la cita es la “deuda”, y sus marañas morales. El prestamista nos parece un poco inmoral porque lucra con la necesidad y desesperación ajena y el deudor nos parece un poco inmoral porque se comprometió a algo que no está cumpliendo. El antropólogo David Graeber hizo un libro sobre la historia de la deuda y como nos vuelve completamente locos a los mortales(1). Eso de que una deuda se tiene que pagar. Sí o sí, cueste lo que cueste y caiga quien caiga, aunque el préstamo nos haya parecido inmoral en primer lugar. Hay deudas cósmicas, que hacen que los aztecas sacrifiquen prisioneros de guerra en la pirámide a los dioses sedientos de sangre. Y hay deudas terrenales, como las que tenían absolutamente todos y cada uno de los conquistadores españoles que sacrificaron a los aztecas con el fin de conseguir el oro necesario para aplacar a sus acreedores sedientos de sangre. En ambos casos, para que un Lannister pueda pagar sus deudas alguien se tiene que morir.

Graeber también dice que durante miles de años, la lucha entre ricos y pobres generalmente tuvo la forma de conflictos entre acreedores y deudores, discusiones sobre pagos de intereses, peonaje por deudas, amnistía, reposesión, restitución, confiscación de ganado, de tierras, de bienes y la venta de los hijos de los deudores. En el mismo orden de cosas, las insurrecciones populares tendieron a empezar con la destrucción ritual de los registros de deudas (el júbilo bíblico, tabletas, papiros, libros mayores, esas torres bancarias al final de Fight Club), y recién entonces se empieza a considerar el tema de la redistribución de la tierra. Las revoluciones armadas son sobre deudas primero y reformas agrarias después. ¿Y quién representó el grueso de las fuerzas movilizadas y quienes le dieron su apoyo? Respuesta: la gente que estaba endeudada, de Thomas Jefferson al campesino babilonio(2). ¿Por qué te tirás a la revolución armada? Porque no te queda otra, estás endeudado hasta el culo. Mismo argumento para cruzar el Océano Atlántico a hacer el santo genocidio. Si no le debes nada a nadie te quedás en tu casa. “Yo no le debo nada a nadie” es el mantra de la gente que odia a los planes sociales(3) y a la gente que los cobra. But why?

II.

Ese evento de cobrar plata del estado se ve completamente diferente según dónde estemos parados. Desde la perspectiva de un marxista, es un soborno para que tengas con qué pagar tus deudas más apremiantes y no hagas la revolución armada. Desde la perspectiva del que cobra la plata, está accediendo a un derecho, la justicia social como prerrequisito para poder ejercer la libertad. Desde la perspectiva de la moral protestante que dijimos antes, cobrar dinero del estado equivale a contraer una deuda con la sociedad que lo financia, análogamente a cuando decimos que si alguien comete un crimen tiene que pagar su deuda con la sociedad yendo a la cárcel. Y esa deuda se TIENE que pagar sí o sí, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Cuando Los Simuladores salvan a Vanegas de la deuda que tenía con Laguzzi, el prestamista, esa deuda no se perdona, porque eso sería una locura. La deuda que Vanegas tenía con Laguzzi ahora la tiene con Los Simuladores que lo salvaron, y la tiene que pagar colaborando con ellos en futuros operativos. 

El filósofo árabe Al-Wahid fue el primero en señalar algo que en retrospectiva nos parece bastante obvio: vos te volvés un esclavo cuando de otra forma te hubieses muerto(4). Un ejército vencedor es dueño de los vencidos y puede hacer con ellos lo que quiera, ya sea masacrarlos o esclavizarlos. Los africanos que los europeos llevaron esclavizados a América eran más que nada prisioneros de guerra (que de otra forma hubiesen muerto) y gente endeudada hasta el peonazgo por no poder pagar un velorio o un casamiento. Pero ser esclavo en Mali o Ghana no era lo mismo que ser esclavo en América. En el primer caso uno muchas veces se volvía básicamente parte de la familia, como Vanegas en Los Simuladores. Un sirviente, pero un hijo más, quizás con la perspectiva de armar en el futuro su propia familia o grupo de simulacro. Por eso tenía sentido arriesgarse a caer en la esclavitud para pagar el casorio. El segundo caso, lo que generalmente pensamos cuando pensamos en esclavitud, representa la alienación total de toda relación moral con tus ancestros, tu comunidad, tu familia, tu clan, tu ciudad, tus contratos y promesas. Un estado de degradación absoluta y la transformación en un ser considerado totalmente despreciable por tus amos. Pero, al mismo tiempo, la fundación del honor de esos amos, lo que hoy llamaríamos credibilidad social. En el mundo islámico en el que escribía Al-Wahid la esclavitud no tuvo que ver tanto con la actividad económica directa (5). Un hombre con mucha guita se rodeaba de batallones de esclavos porque eran símbolos de su magnificencia y su grossura general. No hacía falta que los mande al campo a romperse la espalda, porque en vez de sacarles el fruto de su trabajo les sacaba el fruto de su dignidad.

El punto no es tratar de convencerte de que la esclavitud es mala, lo cual presumiblemente ya sabés, si no establecer la relación entre estar endeudado y la esclavitud, y la esclavitud con el honor del amo. Ese honor que se obtiene al estar rodeado de tipos que tienen que hacer lo que vos decís no sirve solamente para darle de comer a tu narcisismo, tiene una finalidad práctica en cuanto aumenta las ganas de la gente de confiar en vos. De querer involucrarte en sus negocios, en sus proyectos, en sus vidas. Por eso al acreedor le preocupa tanto el uso que el deudor le dé a su tiempo y la gente que odia a los planes sociales le preocupa tanto lo que haga o deje de hacer la gente que los cobra. Su honor está en juego.

Pero un plan social no es una deuda cósmica con los dioses que debe ser pagada con sangre. ¿Por qué alguien se consideraría acreedor personal de esa deuda, al punto de sentir que su honor está en juego?

En primer lugar, porque estaría pagando impuestos. Si el estado paga los planes con dinero de los impuestos y yo pago los impuestos, eso significa que yo estoy pagando los planes y entonces el que los recibe está en deuda conmigo. El problema con esta lógica es que no es que yo pago un vep y con eso se financian absolutamente todos los gastos del estado. Un estado soberano no funciona como una casa o un kiosco. No es guita que entra – guita que sale = profit. Un Estado trabaja con proyecciones, cosas que no sabemos si van a pasar, gastos que ni nos imaginábamos que íbamos a tener y ahora son forzados o mueren millones de personas, presupuestos que se tienen que votar, cosas que no reditúan, etc. No necesita tener físicamente en reservas la plata para pagar todo eso al momento de tener que pagarlo porque puede emitir lo que falta ex nihilo(6) en forma de bonos o sarasas varias. El motivo por el que cobra impuestos es el mismo motivo por el que el lord árabe de más arriba juntaba esclavos. Le da la credibilidad necesaria para que otros actores piensen que esa plata que emite (que su palabra) tiene valor. 

Ese estado no puede funcionar si no cobra impuestos y entonces lo que tiene que hacer es encontrar la manera de que cobrar impuestos no se sienta como el orto. El autocorrector me corrige a “otro”, y tiene un punto. Alienarte del fruto de tu trabajo te hace sentir como un “otro”. Hay una regla que dice que el trabajo amerita una recompensa(7) y si esa recompensa va para otros, a mí, trabajador, no me va a gustar un carajo. Y si yo me ofendo porque el estado gasta demasiado en planes sociales y no pago los impuestos y me puedo salir con la mía porque el estado es incapaz de detenerme, lo que ocurre es que hay inflación. El estado debilitado no puede respaldar con credibilidad la plata que emite y entonces la plata pierde valor y termino pagando los impuestos igual, pero de forma indirecta(8). Esto a menos que haya conseguido escapar convirtiendo toda la plata que tenía en otra cosa, como lingotes de oro o armas para derrocar al gobierno. 

III.

El lector atento habrá notado que si el estado deriva su credibilidad de los contribuyentes, esto quiere decir que ocupan el lugar de sus esclavos. A veces literalmente, como en el mundo antiguo donde un pueblo conquistado debía pagarle tributo en oro o servicio militar al conquistador, o figurativamente. Un impuesto es una deuda que el estado impone, y no pagarlo puede hacer que pierdas la libertad. El mismo lector también habrá visto más arriba que a los esclavos generalmente no les gusta ser esclavos y que entonces tienen la molesta tendencia a revelarse contra sus amos, dejar de pagarles tributo y más bien degollarlos y colgarlos en la plaza pública. ¿Qué herramientas tiene el estado para evitar esto? Si sos Esparta, tu herramienta es el uso indiscriminado de la violencia para llenar el hueco creado por tu falta de poder. Es una mala herramienta, porque si vas a la guerra podés perder como Esparta. Un método más sofisticado es aprovechar una proyección psicológica para redirigir la furia que el esclavo siente por el amo hacia otra cosa. Gengis Khan dice en la campaña del Age of Empires que lo que lo único que necesitan los mongoles es pasto para los caballos y un enemigo contra quien batirse.

La proyección no es una acción, si no un problema de percepción. Detectas un problema y buscás la fuente de ese problema en un lugar que tenga sentido según el modelo que tengas de como funciona el mundo. Si un tipo que se considera 100% totalmente heterosexual percibe atracción homosexual en el aire, no puede concebir que venga de él. Tienen que venir del otro tipo. El otro es el puto. Cuando falta el pasto para los caballos, Gengis dice que es culpa del enemigo que lo acapara todo, y hay que cagarlos a flechazos hasta recuperarlo. Make Mongolia Great Again. 

Hermann Hesse dice en Demian que si odias a una persona, odiás algo en esa persona que es parte de vos. Lo que no es parte de nosotros no nos molesta. A JK Rowling no le gusta lo que dice y hace la gente trans. Dice en el ensayo donde explica sus razones:

«Mientras más reportes de disforia de género he leído, con sus perspicaces descripciones de ansiedad, disociación, desórdenes alimenticios, autolesiones y auto odio, más me he preguntado si, de haber nacido treinta años más tarde, yo también hubiese tratado de transicionar. La atracción por escapar de la condición de mujer hubiese sido enorme. Siendo adolescente luchaba con severos trastornos obsesivos-compulsivos. Si hubiese encontrado en internet la comunidad y la simpatía que no pude encontrar en mi entorno inmediato, creo que podría haber sido persuadida de transformarme en el hijo que mi padre abiertamente dijo que hubiese preferido.»

A mí no me gusta Steven Universe. No es un mal dibujito a nivel técnico o estético y la gente que la hizo claramente sabía lo que hacía, pero no pude pasar el primer capítulo porque se me despertaba una furia intensa y asesina, comparable nada más a la que me produce escuchar hablar a un economista neoclásico. Imagino que esa fue una intención deliberada por parte de los creadores, porque lo que estaba haciendo la serie con su gordito feliz protagonista era cuestionar el modelo de masculinidad que yo tenía. ¿Qué es un hombre y como entro yo en ese esquema? ¿Tengo que ser un guerrero mongol que monta a caballo y arma pirámides de cráneos con sus enemigos? ¿O puedo ser un gordito feliz? ¿Tengo que volverme alcohólico? Racionalmente puedo decir que la masculinidad es una serie de elementos performáticos arbitrarios englobados para funcionar en ciertas condiciones sociales, políticas y económicas que ya no existen más, pero mi reacción visceral es considerablemente más estúpida que eso. Piensa que la guerra todavía no terminó, y en cierto sentido no terminó. No es que yo razono esto y ya está. Masculinidad Deconstruida, Sexism Solved, Sanseacabó. Es una renovación constante, como la ética en general es un ida y vuelta constante. No hay un punto de paz y equilibrio. Y todo el ensayo de Rowling se lee como el reporte de alguien que fue a pelear una guerra épica contra un enemigo terrible, ganó de forma heróica contra probabilidades imposibles y cuando vuelve a casa se encuentra que en realidad la guerra no tenía mucho sentido. Había una manera mucho mejor de ganarla que no incluía grandes penurias, dolor y sacrificio. Aprender esto no produce alivio, produce furia. La concha de tu madre, Judith Butler

Pero ese tipo de furia es la que un actor malintencionado puede aprovechar y redirigir contra su propio enemigo, generalmente un extranjero o una minoría vulnerable. Y esto se puede hacer porque es una herida narcisista, un ataque contra la identidad que el que la ostenta tiene que salir a defender. Sí o sí, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Una barricada feroz contra el cambio, todo con tal de no perder su identidad. En el contexto de los planes sociales, reacciones como “yo no le debo nada a nadie”, “yo laburo, por que no pueden laburar los otros también” y demás. Otro ejemplo, igualmente orientado contra los márgenes: “Yo soy pobre pero nunca salí a robar” deja de ser un motor de orgullo moral que deviene en identidad si se esboza un argumento para explicar la delincuencia no como una falla moral individual sino como un producto estadístico de la precariedad material sistémica. A uno le acaban de robar y viene un piola a decirle eso y quiere afanarle hasta los empastes de los dientes, a ver si le gusta. Furia. No solo ataca ese bastión de orgullo que le permitía mantenerse en pie contra las dificultades, si no que esa gente moralmente réproba ahora tiene defensores, que remarcan su valor humano intrínseco y lo único que recibe esta persona que se mantuvo pobre pero honrada son burlas de zurditos progres. Furia. Pero cada vez que uno siente Furia se tiene que preguntar: ¿Por qué es tan importante que esas posturas me produzcan Furia? ¿A quién le sirve que yo sea un Sith?

(Parte 1 de 25)

(1) Debt, the first 500 years.

(2) Los agricultores suelen estar endeudados, por eso de tener que esperar al momento de la cosecha para poder pagar lo que gastaron el resto del año.

(3) Estoy usando “planes sociales” como sinécdoque de programas de bienestar (welfare) en general. Elegí el que menos te guste.

(4) O tus sobrinos, en el caso de Vanegas.

(5) dice Oscar Patterson en Esclavitud y Muerte Social.

(6) “de la jodida nada” en francés

(7) Crítica a esta regla en la parte 2, que será escrita cuando termine el guión de la serie de los Vampiros Peronistas. ¡No te la pierdas!

(8) Y probablemente en medio de una crisis.

1 comentario en «Del odio a los planes sociales y a la gente que los cobra (Parte 1 de 25)»

  1. Si el planero fuese invisible, como el linyera en la calle, el antiplanero no se veria atacado.

    El narcisismo involucra el deseo de reafirmacion externa a la identidad construida por el narcisista. Esto require atencion. La herida a la identidad ocurre entonces por la percepcion del desvio de esa atencion, generalmente en los medios: la presencia de los «planeros» en la tele/redes implican no solo que el que «labura y no le pide nada a nadie» no se ve recompensado=observado como quiere, sino que lo opuesto a su identidad es recompensado.

    Ahora, el antiplanero no puede decidir ser planero, eso implicaria un cambio. Entonces solo puede canalizar la rabia en mantener la participacion en el status quo: darle lo que quiere, para demostrarle que es «mejor».

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