Esparta y la gente que quiere que vuelvan los milicos

(Esto es la parte II de https://stackdamage.com.ar/?p=395. Igual los textos son bastante independientes entre sí. Y bastante largos. Elige tu propia aventura.)

A veces se dice que el bullying ayuda a formar el carácter. Los chicos tiene que aprender a defenderse, porque si no el mundo se los va a comer crudos. Si te pegan vos pegá, no te dejes pegar. Se cita como ejemplo a la escuela espartana, el agogé, como método infalible para producir gente como uno. Homoioi, el término por el que la élite espartana se refería a sí misma. Los mejores soldados de la historia, de 300 a Samurai Jack al Assasin’s Creed: Odyssey a donde quieras. Este mito de la excelencia está tan extendido que tiene su propio nombre en la literatura: mirage spartiate (1). Autores y autores lo vienen desmintiendo hace años, cada vez con mejor evidencia, y de alguna forma todavía se mantiene. Si me preguntás a mí, es una conspiración para vender anabólicos.

ESTANO PAPA ESTANO

En un principio, aunque fuese verdad que el abuso y el sufrimiento te convirtieran en Master Chief, no lo justificaría. El destino del ser humano no tiene porque ser militar y no hay nada que pueda llegar a defender jamás el abuso infantil. Como la relación entre los artistas y las enfermedades mentales, te convertís en héroe a pesar de pasarla como el orto. No gracias a eso. Esa es una distinción moral y una distinción práctica. No era una escuela en casi ningún sentido de la palabra, de esas que enseñan cosas. Era un sistema de crianza cuyos paralelos modernos más cercanos son sistemas para condicionar y adoctrinar terroristas y niños soldados. De hecho, los parecidos son casi exactos. Todos, de Esparta a Uganda, empiezan separando al chico de los padres. El secuestro y la separación son importantes porque lo dejan a la deriva, sin otra estructura familiar que el propio sistema opresor, haciéndolos mucho más susceptibles a la sugestión y el adoctrinamiento en un proceso estilo síndrome de Estocolmo. 

En el caso de los varones espartanos, hasta los siete años vivían con la familia. A esa edad el estado se los llevaba y los agrupaba en pandillas (agelai) bajo al supervisión de un espartano adulto. Los únicos que estaban exemptos eran los herederos de las dos dinastías monárquicas. Jenofonte dice que mantenían el orden haciendo que los pibes más grandes caguen a piñas y latigazos a los más chicos. A todos les daban poca comida y los alentaban a robar lo que les faltaba. Si los agarraban, los fajaban. Y si no los agarraban, igualmente los fajaban una vez al año por las dudas. Esta vez, a todos por igual en el altar de Artemisa Ortia. Plutarco dice que no era raro que varios pibes murieran en ese ritual. Esparta tenía una gran tradición de infanticidio eugenésico, eso de tirar recién nacidos declarados débiles desde la cima del monte Taigetos, así que es bastante creíble que esos preceptos se extendieran al agogé. Un chico mal alimentado y que sufre abuso constante probablemente se muera. Si bien la educación era más violenta en esa época en todo el mundo, Esparta era considerada como un lugar jodido aún bajo esos parámetros.

Como dijimos la vez pasada, la violencia (incluyendo la violencia sexual), y en particular alternar violencia con “recompensas” tales como reconocimiento o comida, es un componente fundamental de estos sistemas. Es especialmente común que los reclutas mayores sean forzados a ejercer violencia contra los nuevos. Esto sirve para estimular el sentido de pertenencia y solidaridad al grupo, asi como también condicionar la lealtad a su líder adulto.

Bloom y Horgan(2) señalan que el uso de privaciones del sueño y la comida, ambos aspectos mencionados por Jenofonte como partes del agogé espartano, son usados para dejar a los pibes física y emocionalmente exhaustos, lo cual los hace más maleables para el condicionamiento. El agogé unifica estos dos factores. La escasez artificial de comida incentiva las transgresiones que a su vez pueden ser castigadas violentamente antes de reintegrar a la parte ofensiva a la tropa, comprimiendo el ciclo de manipulación mental y emocional en un solo evento. Esto incrementa los sentimientos de complicidad y pertenencia en los chicos, lentamente transformándolos de víctimas en victimarios (3), y al mismo tiempo los “recompensa” en cuanto al poder que les da sobre sus pares. Lo digo muchas veces porque es importante. El bullying es más que un desquite de frustración. El sistema me recompensa por hacerlo, entonces lo hago más seguido.

A los doce años, a los chicos del agogé los metían en una relación con un hombre adulto que todavía no podía casarse legalmente con una mujer. Plutarco deja bastante claro esta relación era sexual. Jenofonte dice que estas relaciones eran opcionales, pero hay que cuestionar severamente esa afirmación en el mismo sentido que cuestionamos los matrimonios arreglados en sociedades donde las mujeres no tienen una habilidad real de negarse, más allá de lo que digan las reglas. Estos espartanos cuando cumplan veinte años van a tener que postularse para formar parte de una sisitía, un grupo de amigotes que se juntaban a hacer asados(4). La aceptación requería el voto unánime de los miembros existentes. Igual que en Argentina, si no te invitaban a ningún asado perdías la ciudadanía. ¿Por qué la ciudadanía era tan importante? Porque perderla era la muerte social y una mancha negra permanente para toda tu familia, para siempre. Perdías el campito y los esclavos que te daba el estado y te volvías pobre como una laucha. Bajo esas circunstancias, ¿Cómo hace un pibe de doce años para decirle que no a un tipo que promete que lo va a meter a su sisitía? ¿Que lo va a hacer jugar en Independiente si se deja coger?(5). En el Assassin’s Creed Odyssey, vos tenés ese problema de ciudadanía. Tu familia es espartana, pero deshonrada. Entonces vas y cumplís unas quests para Esparta, vas a las olimpiadas, conquistas un territorio y te devuelven tu casita de la infancia y tu ciudadanía con honores. En la vida real, el status de homoioi no se lo devolvían A NADIE. NUNCA. Para dar un ejemplo, el almirante Lisandro ganó personalmente la guerra contra Atenas y no lo hicieron ciudadano, porque la madre no era espartana. No sabemos muy bien quien era, pero lo más probable es que fuese una esclava (ilota) que el padre había violado. Por lo tanto indigno, arafue.

Hablando de violaciones, el otro rito de paso para los chicos que sobrevivían a las últimas instancias del agogé era una membresía en la krypteia. ¿Qué era la krypteia? En 300, Leónidas se recibe del agogé matando un lobo huargo que lo venía stalkeando. Por fortuna para los Stark, es casi seguro que el verdadero Leónidas se hubiese recibido persiguiendo y asesinando a un hombre indefenso en medio de la noche. El hijo de una madre, el hermano de una hermana, el padre de Bart y Lisa. 

Maggie no pasó el invierno

En general, los miembros de la krypteia se iban a pasear de noche al campo donde laburaban los esclavos y se dedicaban a matar a cualquiera que encontraran. Plutarco dice que se especializaban en perseguir a los ilotas que parecieran más fuertes o facheros o que mostrasen independencia de espíritu. Esencialmente funcionaban como una policía secreta que mantenía el orden mediante asesinatos ejemplares y eugenesia inversa. Es que la diferencia numérica entre estos dos grupos era abismal. Ocho o nueve mil oligarcas espartanos contra doscientos mil ilotas. Eso es más o menos como si la población de Paraguay tuviese que mantener el control de Brasil. Y los ilotas se revelaban siempre que podían, porque la vida que les hacían llevar los espartanos era terrible. Hannah Arendt resume el legado de Esparta como “violencia llenando el vacío dejado por la falta de poder”. Si sos poderoso, la gente te obedece. Si no sos poderoso, la única forma que te obedezcan es haciendo mierda a los que parezca que pueden llegar a protestar. Entonces la única forma en la que Esparta podía mantener el control de su población subyugada era mediante el terror total y constante. Si un miembro de la krypteia se encontraba una mujer, no había nada que le impidiera violarla o directamente llevársela. A diferencia de otros estados esclavistas marginalmente menos hijos de puta(6), los esclavos pertenecientes al estado espartano no tenían santidad de persona de ningún tipo. Un espartano podía hacerles lo que quisiera, cuando quisiera, sin consecuencia alguna. Más bien, tenían el aval de toda la sociedad. Así es como nacían los Lisandros y los Gilipos, tantos que eran una clase social propia (y subordinada), los mothakes. Podían hacer el agogé si un homoioi los auspiciaba, pero, como ya dijimos, nunca podían obtener la ciudadanía completa.

Entonces, a nivel estatal la Krypteia era como la Triple A o la Kempeitai japonesa o la Gestapo. A nivel grupal era como los hijos de la aristocracia de Buenos Aires que en la década del 30’ se subían al ford T para ir a Once a prender fuego judíos. A nivel individual, Leónidas tiene que matar un ilota porque, como dice toda la literatura acerca de niños soldados, el acto final del condicionamiento, la graduación a la membresía total, es un acto de violencia irreversible y transgresivo, generalmente un asesinato. En ese acto, el chico es forzado a meterse de lleno en la maquinaria de la violencia. A quemar el puente que lo une al resto del mundo, cosa que nunca pueda volver atrás. Esto cementa su lugar en el grupo porque solo dentro del grupo esa acción lo vuelve un Hombre con mayúscula. Alejarse del grupo implica transformar ese acto en un crimen. De un logro triunfal a una vergüenza irredimible. Muy poca gente en cualquier parte, en cualquier época, tiene el temple moral para bancarse esa verdad, y ese acto de violencia los fuerza a vivir la mentira.

Pero si el sistema era tan terrible, ¿Por qué no lo cambiaban? ¿Por qué los autores clásicos estaban tan enamorados de Esparta? Bueno, en un principio porque los pibes que se murieron de desnutrición o que los mataron en palizas rituales no estaban vivos para contarle a Jenofonte lo mal que la pasaron. Tampoco los ilotas, cuyas vidas a nuestras fuentes les chupan un huevo, a pesar de que representaban del 80 al 90% de la población de Laconia. Y los hombres que fallaron de alguna forma, los perdedores del sistema, no se movían en los círculos de élite, a los que pertenecían nuestros Heródotos y Tucídides, como para decirles como les cagó la vida. Jenofonte era el mejor amigo de uno de los reyes de Esparta. El amigo de los que salían ganando del sistema. No es una sorpresa que lo defendieran como válido. Nadie está más convencido de la justicia del árbitro que los que salieron campeones.

Ahora vamos a la mirage spartiate, eso de que todo ese sufrimiento estaba justificado porque ganaban todas las guerras. En un principio, los soldados espartanos no eran Baahubali, y los ejércitos que conformaban estaban lejos de ser imbatibles. Esa reputación la tenían ya en la antigüedad, producto de conquistas muy tempranas contra ciudades vecinas y la acción de diversos autores como Tucídides, Heródoto, Jenofonte y Plutarco. Aunque ninguno de ellos era espartano (porque los espartanos apenas sabían escribir(7)), cada uno tenía sus propios motivos políticos para hacerlos quedar como los más poronga de la Grecia. Los números demuestran que es un cuento. El historiador Bret Devereaux computa las derrotas y victorias militares durante el apogeo de Esparta (de un toque antes de Termópilas a cuando los macedonios les pasan el trapo en Megalópolis un siglo y medio después) y llega a una cifra justo por debajo del 50% de efectividad(8). Como referencia, Vladimir Nabokov hace lo mismo con las peleas de Don Quijote y le da 20-20. ESPARTA GANA MENOS QUE DON QUIJOTE.

«Que la chupen, Sancho, y que la sigan chupando»

El sistema espartano producía dos ventajas marginales a nivel táctico, pero esas ventajas eran anuladas por el propio sistema, a nivel táctico y a nivel operativo. Toda la aristocracia en el ejército les daba un mayor número de oficiales en el campo con respecto a otras polis griegas. Más oficiales quiere decir mayor capacidad de maniobra, la posibilidad de ejecutar tácticas más complejas. Sin embargo, la mayoría de las fuentes coinciden en que pelear en la falange era bastante fácil. Más un tema de coordinación y cohesión que de proeza individual. Lo único que tenía que hacer el comandante era apuntar la falange al enemigo y dejar que le de para adelante. No tenían la flexibilidad de la legión romana o la capacidad de combinar eficazmente múltiples armas como los macedonios. El historiador Victor Davis Hanson(9), acérrimo defensor de todo lo occidental, dice que esa sencillez era una de sus fortalezas frente a la enquilombada máquina militar del imperio persa. Entrenar un nuevo ejército de Inmortales para reemplazar uno que perdiste era muy difícil, entrenar hoplitas era muy fácil. Tenían que saber hacer cuatro movimientos con la lanza y dos con el escudo. Nada que requiera una educación intensiva de una década y media. La otra ventaja era que, si bien los espartanos no eran superhombres, sí estaban mejor alimentados que el griego promedio. Esos músculos que tienen los espartanos en 300 eran enormemente costosos en la antigüedad. La cantidad de calorías y aminoácidos que necesitas para eso podían provenir solamente de una dieta con mucha carne. Un lujo para cualquiera que no fuese un aristócrata. El problema era que no todo el ejército espartano estaba compuesto por esa aristocracia papoteada. Recordemos que eran muy pocos, y cada vez menos a medida que pasa el tiempo. Con los homoioi iban los ilotas, los mothakes, los perioikos (10), gente de todas las clases sociales cumpliendo diferentes funciones: caballería, exploración, infantería ligera y llevar bártulos, pero también llenar posiciones en la falange. El problema no era que fuesen “puntos débiles” en la formación, porque no necesariamente lo eran, si no que toda esa gente ODIABA a los espartanos. Profundamente. Incluso la fuente más favorable a ellos (Jenofonte) dice que los ilotas, los mothakes y los perioikos felizmente se comerían a los espartanos crudos a la primera oportunidad. Toda la cohesión militar que les pudiese haber dado el agogé, la perdían ahí.

Al mismo tiempo, que una población veinte veces más grande que la suya y pegada a su casa los odiase quería decir que no se podían alejar mucho de Esparta. Cada vez que el ejército se iba a la guerra, lo hacía aterrado de que cuando volvieran sus casas fuesen una pila de ruinas humeantes llena de muertos. Eso limitaba seriamente la movilidad del ejército. La distancia de Atenas a Esparta era menor a la de Buenos Aires y Rosario, poco más de 200km, y sin embargo durante toda la guerra del Peloponeso los espartanos muestran una incapacidad casi cómica para mantenerse en campaña más de cinco minutos seguidos sin tener que pegar la vuelta.

Si algo se le puede atribuir al agogé es que sus huellas traumáticas son causas claramente visibles del fracaso de Esparta, no de su éxito. Arnold Toynbee dice que el militarismo es el suicidio de una civilización. El culto a la muerte solo puede terminar con la propia muerte. Recordemos que para la época romana, Esparta ya era poco más que una atracción turística y aún en el siglo IV a.C, el ejército macedonio ya los había superado ampliamente en estrategia, tácticas y capacidad operativa.

Esos son los tres niveles de análisis militar que propone Clausewitz, y los voy a usar para explicar porque ocurre lo que dice Toynbee. La mayoría de los “juegos de estrategia” (Age of Empires, Warcraft, etc) más bien se centran en tácticas y operaciones. Es decir, cómo peleas, donde peleas y cómo llegás ahí. La estrategia tiene que ver con tus objetivos. Si “no ir a la guerra” no es una opción, no hay estrategia ahí. Muchas veces, se le dice estrategia al planeamiento básico (ya sea en una empresa o a nivel personal), cuando en realidad eso vendría a ser táctica. No una cuestión de objetivos, si no los medios de alcanzar esos objetivos. La estrategia es un nivel de análisis concerniente a por qué peleamos y, por lo tanto, también por qué no lo haríamos.(11)
Hay un argumento común en teoría de relaciones internacionales de tipo realista que el programa básico de todos los estados es simplemente sobrevivir. Y ese objetivo de supervivencia entonces sugiere un programa de maximizar la seguridad. En general, eso implica maximizar el poderío bélico. Irónicamente, eso lleva a disminuir la sensación de seguridad de otros estados vecinos, que a su vez tienen que incrementar su propio poderío militar para mantener su posición. Una carrera armamentista. Un estado puede tener también proyectos ideológicos, buenos o malos, pero la supervivencia viene primero.

A partir de ahí, la estrategia se ocupa de encontrar la mejor manera de conseguir esos objetivos políticos. ¿Establecer alianzas de paz es la mejor manera de alcanzar la seguridad? Si sos un estado chico o un chico al que le hacen bullying, la respuesta es sí. Doctor Alsina, ¿Mejoraría la seguridad si ganamos un pedazo de territorio en la frontera y lo fortificamos para resistir malones? Esos son fines, pero la estrategia se ocupa también de los medios. ¿Cómo ganás tierra fortificable? ¿Es mejor comprala? ¿Tomarla por la fuerza? Y entonces, recién entonces, te enfrentas a la pregunta de «¿Qué clase de conflicto, y llevado de que manera, me va a ayudar a conseguir ese objetivo?»

Esto no es el mismo tipo de pensamiento que anima tácticas u operaciones. Los teóricos militares hace tiempo que distinguen entre la gente que se dedica a tácticas y operaciones (generales) y la que hace estrategia (reyes o políticos). Como dice Clausewitz “El programa político es el objetivo, la guerra es nada más que el medio para conseguirlo. Y los medios nunca pueden ser considerados fuera de sus propósitos. La guerra no debe concebirse como algo autónomo, sino siempre como un instrumento político. Clausewitz enfatiza lo que muchos líderes han ignorado para su detrimento, que de todos los factores del conflicto, las políticas son las que tienen que guiar la acción(12).

Esto crea efectivamente una subordinación entre los tres niveles de análisis. Las operaciones están subordinadas a la estrategia. Una operación que consigue algo que no es un objetivo estratégico no consigue nada. Y las tácticas están subordinadas a las operaciones. No te sirve de nada saber que un bloque de infantería pesada armada con lanzas largas es buena contra una carga de caballería (tácticas), si no podés construir esas lanzas, forjar armadura pesada o llevar a la tropa en buena forma física y moral al campo de batalla (operaciones). Por eso la autoridad militar suele estar subordinada a la autoridad civil. El patrón de pensamiento siempre tiene que proceder de los más altos problemas estratégicos a priorizar los fines (que también son el dominio de la estrategia), a los medios para conseguir esos fines (sigue siendo estrategia), a la ejecución de esos medios (operaciones) y luego a los detalles de la ejecución en el campo (tácticas). Todas estas etapas son tremendamente complejas. Que la táctica sea un elemento subordinado no quiere decir que sea simple. Porque el enemigo está pensando también.

Una sociedad militarizada se suicida porque coloca problemas tácticos y operativos por encima de cuestiones estratégicas. Es decir, permite que el trabajo del general de manejar fricciones(13) se extienda al rol del estado de manejar programas políticos. Pensemos en las dictaduras militares argentinas. Lanusse dice en sus memorias que “En todos los casos las fuerzas armadas habían salido del poder (al que habían llegado con optimismo) persuadidas de que habían sido instrumentadas por minorías interesadas. Sin una ideología propia, fueron siempre bombardeadas por la acción psicológica y copadas por grupos minoritarios, de los cuales se libraron convocando a elecciones que no habían previsto y retirándose con el juramento de no volver”. Es decir que los militares, que se entrenan en tácticas y operaciones, encuentran esas formas de pensar totalmente inadecuadas para manejar un país. Hay una forma correcta y una forma incorrecta de atacar un nido de ametralladora. No hay una forma incorrecta y una forma correcta de manejar un país. Todo lo que hagas para arreglar algo rompe otra cosa, y no hay condición de victoria. Si lo concebís como una guerra, es una guerra contra un enemigo abismalmente superior que no podés derrotar nunca. Todo problema de gobierno se transforma en una amenaza existencial. Toda situación política en Termópilas. Y más allá de las películas, Termópilas (y casi todos los otros Heroic Last Stands de la historia) fueron un desastre total, desde cualquier punto por el que se lo mire.

En términos técnicos, lo que suele pasar es que estos líderes militares toman condiciones operacionales en sus planes como constantes asumidas. “¿Qué hacemos SI vamos a la guerra con los ingleses por las Malvinas?” se transforma en “¿Qué hacemos CUANDO vayamos a la guerra con los ingleses por las Malvinas?”. Esto omite completamente la pregunta estratégica de “¿Deberíamos ir a la guerra con los ingleses por las Malvinas?”. Y, catastróficamente para el gobierno militar dando su último manotazo de ahogado, la respuesta a esa última pregunta era claramente “¿Qué? ¡NO!”.

No dejes que te pase lo mismo con un bully.

(1) Francois Ollier, 1933

(2) Small Armas: Children and Terrorism, 2019

(3) Aunque vale la pena aclarar que, siendo niños, todos son víctimas.

(4) El asado en realidad lo hacía una esclava. Los espartanos tenían prohibido realizar cualquier tipo de actividad útil o productiva, porque eso era para la gilada. 

(5) Solo para dejar las cosas perfectamente claras, ningún pibe de doce años puede consentir a eso. No ahora, no nunca, en ningún lado, jamás.

(6) como Atenas, por ejemplo.

(7) En realidad, parece que la mayoría de los homoioi (los ciudadanos espartanos) sabían escribir aunque sea un poco, por una cuestión de mensajería militar. Pero dado que ellos eran esencialmente una aristocracia diminuta dentro de una sociedad mucho más grande, esto no representa un gran logro. No había espartanos “comunes”. Sería como hablar de samurais comunes. Plutarco dice que estaban orgullosos de que el alfabetismo fuese intencionalmente mínimo. Esparta no produjo ningún tipo de literatura o arte u obra pública desde el siglo VII a.C., más o menos cuando se calcula que se empezó a implementar el sistema.

(8) 0.486 de promedio. El breakdown es este, en el que nada más copio los números de Devereaux:

Victorias: Sepeia (494), Salamis (480), Platea (479), Mycale (479), Tegea (4??), Dipaea (4??), Asedio de Platea (427), Amphipolis (422), Mantinea (418), Hysiae (418), Syme (411), Notium (406), Mytilene (406), Aegospotami (405), Nemea (394), Coronea (394), Batalla sin lágrimas (368).

Derrotas: Termópilas (480), Olpae (426), Pylos (425), Ornaea (417), Cynossema (411), Abydos (411), Cyzicus (410), Arginusae (406), Haliartus (395), Cnidus (394), Lechaeum (391), Olynthus II (381), Naxos (376), Tegyrae (375), Leuctra (371), Mantinea II (362), Ocupación Macedonia (338), Megalópolis (331).

Dudoso/ empate: Artemisium (480), Tanagra (457), Olynthus I (382).

(9) Carnage and Culture, 2001.

(10) Extranjeros que vivían en Esparta. Peri viaje, movimiento, como en Periplo o peripatético y Oikos, casa. Literalmente, «los que andan por mi casa».

(11) Esto no es una exégesis de Clausewitz. Es un uso de su marco de lectura en un caso puntual.

(12) Aunque no es que podes ignorar ninguna parte de la Trinidad.

(13) Fricción es un término clausewitziano. Quiere decir “todo lo que va saliendo mal desde que un plan se empieza a ejecutar”.