Del acoso escolar y no tanto (parte I)

Parte I: Bullying en general

Disclaimer primero de metodología: Interpretar un fenómeno quiere decir armar un modelo de la realidad, un marco, una forma de leer. Ese modelo forzosamente va a estar lleno de baches, porque si fuera igual a la realidad sería igual de inentendible que la realidad. El mapa perfecto que es del mismo tamaño que el territorio que representa y no sirve para nada. Más que mecánica cuántica hay interpretaciones de la mecánica cuántica y más que economía hay lectura del futuro en los patrones de vuelo de las aves. Los pibes del colegio se parecen a una pandilla de monos, pero no son exactamente monos. Pensarlos como monos ayuda, a veces, pero no basta. Lo que podemos hacer entonces es aproximar el fenómeno con distintas herramientas de lectura para no ser el manija que le pega a todo con el mismo martillo y tiene pesadillas con clavos. Armar una suerte de mosaico cubista, un hecho estético más que científico.

La escuela educa de la misma forma que la policía protege. A palos. No soy ni el primer ni el último piola en comparar a la escuela con la cárcel, pero Camus decía que si años de quejarnos amplió aunque sea un poquito la distancia entre ambas instituciones es nuestro deber como piolas seguir quejándonos para que se siga ampliando(1).

Como decía también el argelino caballero de Acuario, siempre que se habla de abuso sistémico hay que hacerlo en primera persona. A mí o nosotros. O te identificás con la víctima o tenés que asumir moralmente que por acción u omisión sos parte de los perpetradores(2). En mi intrascendente caso personal estuve en todas las partes del espectro y jugando todos los roles posibles. Sin embargo, no es necesariamente a partir de esas experiencias que opino. Opino sin autoridad alguna, porque puedo y porque los libros me dijeron que lo haga. Anteúltima nota: voy a usar bullying, acoso y abuso de forma intercambiable. Ya sé que no significan lo mismo. No me importa, necesito varias palabras por motivos líricos como un pintor a veces tiene que cortarse las venas. También me voy a ir a veces del colegio, y eso es porque el fenómeno no se agota en el colegio. No es más que una institución más entre muchas igualmente opresivas, como los pantalones.

Entonces, aunque sea un pibe pegándole exactamente una vez a otro en un aula vacía, el acoso siempre es un hecho colectivo. Ocurre porque, psicológica o literalmente, hay un tercero que está mirando y juzgando al perpetrador. ¿Qué es lo que juzga? Si lo puede admitir o no al grupo de los capos. De las fuertes. De los guerreros espartanos(3). Y aunque el que se juzgue sea el abusador a sí mismo, es un fenómeno colectivo porque los parámetros vienen siempre de afuera. A menos que tengas un tumor en la amígdala o una lesión en la corteza prefrontal(4), tu predisposición para la violencia y pésimo control de impulsos vienen de afuera. No lo inventamos espontáneamente, nos lo enseñan. Por fortuna, como decía Sartre cuando repartía diarios maoístas en Plaza Francia, sos lo que hacés con lo que hicieron de vos. Así que no todo está perdido.

Desde el punto de vista de los Nelsons y Jimbos del mundo, el abuso nos une como grupo y nos sirve para establecer jerarquías de poder internas. La identidad de la víctima depende de dos grupos de factores. Psicológicamente, es una proyección. La víctima representa algún valor negativo que percibimos dentro de nosotros mismos. Lo que no sentimos parte de nosotros no nos molesta ni nos importa. Negativo porque contradice la identidad que queremos asumir. Es decir, olemos debilidad o fealdad o lo que consideremos malo, pero no podemos admitir que podría llegar a venir de adentro. Tiene que venir de otro lado, del gordito. Vamos a darle para que no piensen que anda con nosotros. Similar pero no idéntico, si ataco a alguien porque pienso que es inteligente, seguramente considere que la inteligencia es buena y sienta que me falta. Necesito alguna forma de bajarla del caballo (al concepto abstracto de inteligencia) para poder funcionar conmigo mismo. Acá vuelve a aparecer la jerarquía. Yo abusador me pongo en el rol de agente de esa estructura y tengo que poner a quienes parezca que quieran ignorarla en su justo lugar.

Tácticamente, elegimos a la víctima de entre todos los posibles específicamente porque no puede defenderse. Es decir que lo de la proyección y lo del agente de la justicia es, en parte, un engaño. No somos lo suficientemente poderosos como para poner a todos los infractores existentes en su lugar. Para defender esa identidad tengo que agarrármela con el que efectivamente pueda vencer el 100% de las veces. Ya sea porque es débil en el tipo de contienda que proponemos, porque sus patéticos intentos de defensa nos resultan graciosos o porque la autoridad no va a mover un dedo para defenderlo. Ningún bully ignora a quienes puede acosar y a quienes no, y si lo puede hacer verbal o física o virtualmente o como. Es, a veces, el único texto que sabe leer. 

En términos generales, La Matrix (5) es una máquina enorme, pesada y bastante (pero no totalmente) ciega. Moverse le sale caro y solo salta para defender a alguien si invirtió suficientes recursos en esa persona o grupo como para ameritar lo costoso del movimiento. No es lo mismo cuando atacan a una mujer que cuando atacan a una médica. Hay formas en las que la escuela podría contrarrestar su propia ineptitud(6), pero lo importante por ahora es que generalmente no lo hace. Si los maestros son guardacárceles su respuesta puede oscilar entre la indiferencia total o el accidental reconocimiento de las pequeñas jerarquías de los alumnos. Por ejemplo, le dice inocentemente a la chica reina que es linda, y así pone su granito de arena para llevar a las demás al maravilloso mundo de la ansiedad y el desorden alimentario. No que sea enteramente responsable, el sistema es enorme y avasallador por definición. Pero en todo momento en que uno de sus miembros no está pensando explícitamente que no es un engranaje se vuelve automáticamente un engranaje. Un replicador del sentido común, que es opresivo. A la gente que no está prestando atención le decimos “la gilada”, y todos somos la gilada a veces. Algunos cuando miran un partido de fútbol y no entienden porque sacaron un mediocampista ofensivo para poner un defensor si van perdiendo y otros cuando van a votar y eligen al tipo que le cuenta chistes a Putin. Un votante y un docente tienen una responsabilidad, pero si estás alerta todo el tiempo reventás o te volvés Torquemada. No es la solución.

Entonces, los varones que corremos a las chicas por el patio para tocarles el culo sabemos que no vamos a enfrentar consecuencias serias por nuestros actos. Que podemos nombrar jefe al que toque más culos y que su reinado será tan largo y próspero como él afirma que es su chota. ¿Qué puedo hacer si me hacen bullying? No puedo dar una respuesta total, que sirva siempre y en todas partes porque no funciona así. La estrategia óptima depende de las circunstancias. Sería como si te dijera “mirá, para levantarse a una persona hay que seguir estos tres pasos”. Lo único que puedo hacer es analizar el fenómeno, en ese análisis estarán implícitos algunos trucos, tips y power-ups y después aplicarán para distintos bosses. 

En el sentido más básico, los animales tenemos dos respuestas ante una amenaza: pelear o salir rajando (4). “Si te pegan vos pega”, nos dicen nuestros pésimos padres. ¿Por qué la gente que no se defiende, uhm, no se defiende? No es solamente que le tenemos miedo al bully. Le tenemos miedo al sistema mayor que no distingue niveles de legitimidad en la violencia, y que nos va a retar a nosotros también si peleamos. La mayoría de la gente no tiene tanto miedo a las consecuencias físicas de la violencia (el dolor) como a la violencia en sí propia. Pelear en sí mismo está mal. Un chico que no se defiende no tiene miedo de lastimarse, tiene miedo de estar en una pelea. Está la voz de sus padres y maestros en la cabeza diciéndole “¿Qué hiciste vos para provocarlo? ¿Por qué no lo ignoraste? ¿Por qué no te fuiste a otro lado?” No le tiene miedo al bully porque es bueno ganando peleas, si no porque es bueno empezándolas. Muchas veces asociamos el rol de la víctima con la culpa. Aún cuando no es culpa nuestra, sentimos que es culpa nuestra, y esto lo puede verificar cualquiera que haya estado en una relación abusiva y es uno de los motivos por los que no la podemos dejar. Esto no es innato. Lo aprendemos de segunda mano cuando aprendemos que las acciones tienen consecuencias lógicas. Que el mundo funciona como una cadena de causas y efectos. La única gente que aprende que recibir una trompada no es sinónimo de culpa son a los que les pegan inconsistentemente. Al azar. Hermanos mayores, padres abusivos, otros pibes del barrio, David Hume. La lección acá es que nuestros miedos y deseos no tienen nada que ver con el objeto frente a nosotros y todo que ver con la forma en la que elegimos leer los fenómenos. En la pornografía es igual.

Volviendo a las chicas que perseguimos en el patio, ¿Qué pasa si una de ellas dice basta? Si juzgamos mal eso de que no se iba a defender y se da vuelta y le encaja una trompada al primer tarado acosador que agarra, y le revienta el escroto a patadas cuando se cae al piso. O peor todavía, ¿Que pasa si una chica defiende a otra? Bueno, si hacen eso La Matrix las castiga a ellas. Y no solo la castiga, si no que lo hace con una eficiencia y severidad que no tiene ni Robocop. Como sabe toda mujer que se defendió del marido golpeador y ahora está presa, desde arriba la situación se ve muy distinta. Las instituciones foucaultianas no son guardianas de la justicia, sólo del poder(7). En su cosmovisión, el poder solo lo puede tener “la gente mala” o el estado. A ningún guardia le importó jamás el motivo por el que dos presos se estaban peleando. El castigo es el mismo. Tolerancia cero.

No es que la chica se bancó el abuso un montón de tiempo, acumulando angustia y bronca, dolor e impotencia, hasta que un día decidió no callarse más y explotó. Lo que se ve es que el pibe le hizo una broma inocente, exactamente esa vez, y la piba reaccionó desaforadamente. De manera no solo exagerada, sino también violenta y antisocial. La reacción parece excesiva porque no es que tenía que ganarle al pibe. Tenía que ganarle al sistema que lo avala, mucho más poderoso que él, y para eso necesitaba la bazooka, señor juez. Y ese tipo de comportamiento antisocial es una de las cosas que La Matrix no tolera. Y por desgracia, el bullying es una forma de narcisismo, y el narcisismo es bastante social. Te obliga a participar en el juego, aceptando implícitamente sus reglas. Cómo actuar, que querer, que valorar y que temer. 

¿Y qué pasa si yo también sigo las reglas del sistema? Esto sería, denunciando al bully con la autoridad correspondiente: la maestra, el preceptor, etc. Acá hay otra situación que es ambigua. Percibimos que si un abusador nos acosa, es todavía peor si lo denuncio. Soy un buchón. Un cobarde. ¿Y dónde aprendimos eso? Del bully. El código de honor que impone el silencio lo inventó la mafia siciliana. La Omertá. En otras palabras, esa amenaza es enteramente para el beneficio del perpetrador. De ninguna manera refleja la realidad de nadie más. Sin embargo, en el patio del recreo y en las calles de Catania nos lo creemos. ¿Por qué? Porque en el sistema de valores del bully, en su “marco”, buchonear es un signo de debilidad, peor que el hecho de que te caguen a trompadas. Y si estás de acuerdo en operar dentro de ese marco, de esas reglas (una pelea que no podés ganar), si no buchoneás al menos mantenés tu dignidad. Es cualquiera, es todo una locura. Para alguien parado afuera, claro. 

Buchonear es como las armas químicas. ¿Por qué las consideramos más inmorales que reventar una cuadra entera de un misilazo? El gas mostaza no es menos peligroso que un tiro. Lo que sí es, es menos efectivo a nivel logístico. Es complicado de almacenar por las fugas, complicado de usar por el viento o la densidad de las tropas enemigas y encima más fácil de contrarrestar porque las máscaras de gas son relativamente baratas. Buchonear tiene problemas parecidos. A veces va a ser muy efectivo, si el perpetrador puede ser visto como un enemigo del sistema. Un abusador de menores(8). Si es un agente del sistema, como un comisario, buchonearlo no va a servir de mucho. En ese caso hay que buscar un sistema más poderoso al que apelar (siempre hay un mostro más grande) o tratar de mover la contienda a un ámbito donde el enemigo no sea tan fuerte.

Desde el punto de vista de los pibes que tocan culos, esto de que la escuela castigue ciegamente a la gente que se defiende del abuso es “re loco”, pero no hacemos nada directamente para incentivarlo.  En cierta forma, también somos víctimas de la ley de la selva. No quiero exagerar este punto. Los bullys están en una posición más cómoda que sus víctimas, pero no por mucho. La libertad de todos los miembros de la jerarquía, aún los más altos, está acotada por la jerarquía. Más, menos. Acá hay potencialmente una veta para aliviar el sufrimiento psicológico que nos produce el bullying. La compasión. El dolor es universal, y el dolor te mueve a la crueldad. Al lado oscuro de la fuerza. Esto es una idea cristiana. “Cristiana” porque es lo que dice Cristo, pero de ninguna manera es su monopolio ideológico ni implica automáticamente una posición metafísica sobre la existencia de Dios o las ventajas y desventajas de la sodomía. Es simplemente perdonar a los que nos ofenden, porque en definitiva están en el mismo barco que nosotros. Todos los cuentos de Borges que involucran espejos (casi todos los cuentos de Borges) se tratan de enemigos mortales que descubren que en realidad son lo mismo. También está su equivalente oriental. Preguntarnos ¿Quién es realmente el sujeto que abusa? ¿Quién recibe el abuso? ¿Dónde empiezan y dónde terminan? Nada, nadie, en ningún lado, los límites son todos arbitrarios. Es solamente desarticulando la identidad que nos construimos que podemos aliviar su sufrimiento. En términos franceses, la existencia precede a la esencia. Y la esencia no es más que un rol contingente que desempeñamos. Sin embargo, tomar esa decisión no es obligatorio. No le podemos pedir a la hija violada que perdone al padre violador o a la madre de un chico que le pegaron un puntazo en el recreo que perdone a Stabby McStabberson. No les podemos pedir nada a ellos, pero al sistema le podemos exigir todo (6).

Nos vemos la próxima, cuando vamos a hablar de la gente que piensa que el bullying te hace bien. Que forma el carácter. That’s right, SHIT’S GONNA GET SPARTAN.

(1) También podríamos tratar de distanciar la cárcel de la cárcel, pero eso es otro posteo.

(2) Sin embargo, si literalmente uso siempre la primera persona gramatical el texto se va a volver muy confuso. No soy Brahma y cada sujeto no es un aspecto de mi divinidad.

(3) Voy a hablar de los espartanos en la parte II, no te preocupes.

(4) Biología del comportamiento humano en Parte III.

(5) La Matrix es un término genérico que abarca “el sistema”, “la escuela”, “the man”, “la corporación”, etc. Es el leviatán de Hobbes y el gobierno de Weber. En fin, el aparato de poder.

(6) ¡Parte IV! ¿Cuántas partes tiene esta cosa? ¿Qué tan complejo puede ser el bullying?

(7) “No te metas, preocupate por vos, dejá que Los Vigilantes se ocupen. Están para eso.” Fijate que la escuela no te enseña inadvertidamente que no ayudes a los demás. Específicamente te instruye para que no ayudes a los demás. Cuando hay piñas y también cuando toman prueba.

(8) Si también resulta que es pobre.