Pannopticon de Jenni Fagan

Phillip Dick decía que «lah drogah» no son el camino a la Verdad. Todos y cada uno de sus lectores están en desacuerdo. Eso es porque suele ser leído por chamanes panteístas, gente que piensa que Dios y el mundo son lo mismo y no, como Dick, que el mundo es el malvado producto de un demiurgo más malvado todavía y la única manera de trascenderlo es con la ayuda del Salvador, que es un conducto a la divinidad verdadera. Pero el Salvador no es droga, el Salvador es un tipo. Un tipo que te mira y te juzga, pero en el fondo te quiere. A vos y lo mejor para vos. Pero los lectores de Dick son la misma gente que desconfía de ese tipo. Hacen bien, dice Jenni Fagan en un acento que para alguien que no tiene idea de como suenan los distintos acentos británicos suena como anglosajón. Pero el de Tolkien, el de los Rohirrim y los Eorlingas ¿Escocés? Gimli entonces. Aye, nae, tae, cannae, didnae. Eso, cumbia de gaitas.

La referencia al Bielsa de los Idiomas no es gratuita, está en el libro. Todo tabaco forma anillos que si fueras mago serían barcos. Un Panopticon es la versión nerfeada del Ojo de Mordor, cuyo enemigo son los bosques, y por lo tanto la naturaleza es el único lugar seguro. En el bosque se jura por los gansos y las nubes. Las plantas son vos. El único sacerdote en el que se puede confiar es el chamán. Los alucinógenos son un aprendizaje, los depresivos no. Phillip Dick se arranca los pelos de la cabeza y de la barba. Como buen paranoico consagrado, el lugar donde más lo respetaron fue Paris. Paris es el paraíso de Anais Hendricks, la protagonista, licenciada en transiciones. Ese no es su verdadero nombre, se lo pusieron por una escritora de literatura erótica. También es la versión catalana o provenzal de la diosa Anahita de los Persas. Una cruza de Venus y Marte. Los dioses del amor y la guerra, no los planetas ME ESCUCHASTE ASTROLOGOD E MIERDA TOMATELA TE VOY A ARRANCAR LACABEZA Y LA VOY A PATEAR AL SOL ey ey Soltame gorreado cagon. ¿A dónde me llevas? 

Foucault (l’empereur du petit pelé) decía que nos miran porque nos gusta mirar, nos violan porque nos gusta violar, la yuta nos yutea porque nos gusta yutear, nos cambian el pasado porque nos gusta cambiarlo a nosotros. En el Panopticon todo es compartido, casi nada es propio. Los recuerdos son todo, mejores que la experiencia. Todo tiene olor a lavandina y todos pretenden que el universo no existe. Lo mejor que podés hacer por otra persona es dejarla tranquila y aparecer recién en el velorio. Lo que queda por hacer es volverse experto en cosas inútiles para controlar lo incontrolable. Como hacer aros de humo. Contar y nombrar. Las cosas se disuelven en sus símbolos. Buscar patrones. Vestirse y desvestirse, pero muchas veces. Si alguien pregunta algo, no tener personalidad es la respuesta correcta. ¿Cómo llegaste acá? No sabemos, no importa. Imaginate si vinieras de padres con corazones y almas. El amor solo es posible entre cuadrados y círculos pero esas formas trascienden al género, que ya es confuso de por sí. Esa barba puede ser de cualquiera. Disolverse, como si uno estuviera siempre en solución. Si por ahora parece todo reloco, no perdáis tezón. Este libro es una rareza en el sentido que se vuelve más normal a medida que avanza. Generalmente empiezan normal y después se van a la mierda. Te estoy juzgando a vos, CÉSAR AIRA que LEES TODO LO QUE ESCRIBO

SALÍ AL BLOG QUE TE CORTO TODO TE CORTO.

Panopticon empieza con todo eso de la frula vencida, el panteísmo y el amago de distopia, pero todo eso es una trampa. Los distintos elementos se van identificando con sus nombres, y aparecen los Fiat Puntos color verde y las patologías concretas. Es decir, Panopticon empieza reloco y evoluciona hacia un Bildungsroman, una novela sobre la formación de un espíritu, donde se pasea en bote y se discute cuál es el mejor superpoder (volar).

Porque, ¿Qué era ese Panóptico al final? ¿Quien era el que miraba todo, por que le importaba tanto lo que hicieran los demás? ¿Y que si no hubo nunca experimento? ¿Que si mi vida fuese de absolutamente ninguna importancia para nadie? La versión hardcore de Catcher in the Rye, con pibita mágica al final y todo. El efecto no es malo, es de estabilización. Una serie convergente con un límite. Todo el sufrimiento y el pasarla como el orto en general son como dolores de parto. Fuego de fénix, como para que la oruga se cocine y se vuelva mariposa. Me avisan que no es así cómo se forman las mariposas. ¿Y como entonces?