Spinetta es el anti-Joy Division

Confiá en la gente a la que le gusta Joy Division, aunque no te guste Joy Division. No confíes en la gente a la que le gusta Spinetta, aunque te guste Spinetta. Un título no puede ser clickbait si no atrae a nadie, ¿No? “Fanáticos. Lo que más odio es haber creado fanáticos cuando yo nunca he sido fanático en mi obra. Eso es doloroso. Y creo que yo generé parte del fanatismo que llevó a un grupo de gente a chiflar a un tipo como Charly. Siento que a mí no me aceptan, tampoco: se han fanatizado tanto que si me salgo de las casillas, si hago algo no contemplado dentro de los límites de su fanatismo, me deben de odiar. En vez de sorprenderse, odian. Pero hay algo de mi obra que parece haber llevado implícita esa cosa sectaria. Se ve que el producto entre mis obras y las mentes, algo “así” (gesto de locura) genera una forma particular de fanatismo. Puedo decir que son unos pelotudos porque me han hecho el objeto de su fanatismo.” 

Eso es una cita del libro Crónica e Iluminaciones de Eduardo Berti. Es una entrevista de 80 páginas que sigue cronológicamente la carrera de Spinetta. Los autores de cabecera que menciona son Artaud, Carlos Castaneda, Jung, Freud, Foucault, Deleuze y las obras menores de Sartre. Todos engendradores de fanáticos desquiciados. Al menos hasta el momento de haber participado en este libro/entrevista, Spinetta no había leído nada de Borges en prosa. Eso me parece inconcebible. Una locura total para un argentino que en algún momento de su vida tuvo la fortuna de aprender a leer. 

Uno diría que aún más loco que no leer a Borges es darle bola a un chamán. O a un poeta maldito, o a un montón de franceses que hicieron de sus conflictos personales una filosofía (1), o al Capitán Pseudociencia y a su cocainómano sensei. Pero no los lee como un fanático más, sino de una manera muy específica.

“Yo creo que esos tipos (como Foucault) nos enseñan cómo tener un grado de rebeldía inteligente. Por eso son bíblicos, aunque no necesariamente tengo que aceptar lo que proponen. A través de ciertas lecturas tenemos la posibilidad de entender, la posibilidad de equivocarnos. Más allá de las consideraciones médicas, del esquema sociológico o del psicoanalítico, estos escritores lo que provocan es un mecanismo de rebeldía que es como un motor. De lo que creíamos que era verdadero, de lo que nos enseñaron, ahora aprenderemos a cuestionarnos todo, a invalidar muchas cosas. Justamente porque el camino es seguir invalidando. Sin embargo, a pesar de contradecirse permanentemente, el individuo tiene que encontrar una forma de poderse quedar tranquilo con su conciencia general, con sus finezas y con lo que aparentemente se han denominado bajezas con todo su ser. A mí me da la impresión de que estos tipos como Foucault no pueden ser tan paranormales como las teorías que elaboran ellos, en su vida de todos los días; no creo que sean tan discontinuos. Siempre hay una actitud rectora: “Esto no va por esto y esto no va por otra cosa”. El hecho de que todos estos autores quieran desentrañar las cuestiones más íntimas del ser humano, es para afrontarlas, para pensar que ese canibalismo es lícito. Estamos en un universo que manifiesta permanentemente esas características y el hombre no puede sustraerse”.

Borges decía que había que leer filosofía como una rama de la literatura fantástica. O cualquier cosa como literatura fantástica. En mi patria leemos a Borges como si fuese la santa palabra del Mesías. Afuera lo leen más como literatura fantástica, quizás una mejor lectura. Borges escribía así porque era sí y Artaud escribía así porque era así. No pienso que Spinetta tenga razón en que esos autores no hubiesen tenido verdadera fé en sus ideas y teorías, como si en el fondo de un cajón hubiesen tenido contralibros que negasen todo lo que decían. El único que hizo eso es Leibniz, que lo hizo para quedar bien con el comisario(2), y no hay Leibniz en Spinetta. O en Jung o en Foucault, llegado el caso. A ninguno de esos le interesaba la racionalidad o quedar bien con el comisario.

Harold Bloom describe este fenómeno como “Clinamen”, que es la “mala lectura” poética. La palabra es del poeta latino Lucrecio, donde significa “el viraje de los átomos que hace posible el cambio en el Universo”(3). El artista se aleja del camino de sus precursores, interpretando la intención de aquella obra y actuando en relación a ella. Esto se manifiesta en un movimiento correctivo de su propia obra, que implica que el precursor avanzó acertadamente hasta cierto punto, pero debería de haber pegado un volantazo, precisamente en la dirección que la nueva obra se mueve. Este procedimiento de “leer mal” a ciertos autores evita que te consuman y te transformen en un fanático. Por eso Spinetta puede decir que no hay nada de fanatismo en su obra, y sin embargo los sigue engendrando generación tras generación.

¿Pero qué hay ahí que produce fanáticos desquiciados? ¿Qué hay en la obra de Jung que produce fanáticos desquiciados? ¿Qué hay en la obra de Los Redonditos de Ricota que produce fanáticos desquiciados?(4) 

Para Bacon, el consumidor pasivo quiere paquetes prefabricados. Explicaciones. Pero aquellos, según él, que pretenden la persecución del conocimiento y la búsqueda de causas, van a preferir los aforismos, justamente porque están incompletos y requieren la participación en profundidad. Las imágenes inescrutables o inaccesibles invitan abiertamente a la participación y la completitud. Esto es la poesía simbolista, cuyos exponentes más conocidos son franceses pero su precursor es Edgar Allan Poe. En la primera gran era de la prensa y la razón que todo lo explican, Poe inventó dos cosas que antes no existían (5), el poema simbolista pero también la literatura de género. La literatura policial, la ciencia ficción, el terror, etc. Todas estas formas que tienen a Poe como uno de sus padres requieren la participación tipo hágalo-usted-mismo del lector.

Dentro del canon del rock nacional, a Spinetta generalmente se lo ve más como poeta lírico volado que como un autor de género. Pero mirándolo más de cerca empezamos a ver por todos lados elementos de género, en particular de la ciencia ficción. Más que de la condición humana del presente, habla de las posibilidades del futuro. Desde el anillo del Capitán Beto hasta cuando se compró una Commodore 64 para hacer la tapa de Don Lucero como había dibujado la de Almendra I.

Ya hablé del futurismo en otro posteo. Basta con recordar que es un intento de escapar el presente pegando un salto ciego al futuro. Cortar todo nexo con el pasado y tratar de construir un nuevo reino utópico. No hace falta aclarar que eso se hace solamente a las piñas.

Pero la ciencia ficción nunca termina de ser sobre el futuro, es más bien una cristalización del tiempo donde fue escrita. Es la literatura que envejece más rápido. ¿Qué dice la obra de Spinetta de su presente? No estoy seguro que a nadie le importe. Como dije antes, se lo tiene como un poeta lírico volado. Sus fanáticos desquiciados más bien aprovechan que sus letras no explican nada para explicarse lo que quieran.

Lo que queda es una alusión a un conocimiento oculto, accesible solo para los iniciados. Pero ese conocimiento no es real, en el sentido de que no hace nada y no sirve para nada. No es una ciencia que te ayuda a fabricar heladeras pero tampoco termina siendo esa revelación de sabiduría que te ayuda a vivir que los buscadores de absoluto, todos los que no aceptaron a Borges como su salvador personal, buscan. Es un código desconectado de la naturaleza, por más hippie-florcita-kundalini que parezca. Artaud decía que los símbolos, ocultan y ponen de manifiesto, pero de manera reversible, las más precisas e indiscutibles verdades. Pero cuando vos te topás con lo que te parece una verdad fundamental, te subís al techo y se la gritás a los cuatro vientos lo más fuerte y claro que puedas. No la codificás. El Indio Solari dice siempre que alguien le pregunta por el significado de las letras que es mejor que no diga nada, porque se romperían las tensiones que hacen que la canción funcione. Spinetta dice algo parecido, eso de que él pretendía decir una cosa pero que quizás no estaba siempre tan consciente de eso al momento de escribir la letra, y en definitiva cada uno tiene que encontrar su propio significado. Es decir, que no significa nada. Eso a los cultistas les encanta.

Como sabe cualquiera que jugó D&D o Cthulhu, si vos te metés en la guarida de los cultistas, los cultistas sacan sus dagas y te atacan. No importa culto de qué, te van a sacrificar a eso. Porque involucrarse profundamente con algo incentiva a todo el mundo a tomarse a sí mismo mucho más en serio que antes. Un payaso no tiene un “con eso no se jode”. 

Otra cosa que tienen en común Spinetta y el Indio es el énfasis de empezar a componer por la melodía, la armonía y los tiempos más que por la letra. Por interesarse sobre todo en las texturas, es decir, en cómo esos componentes se relacionan. Según Marshall McLuhan, ese efecto más que sonoro se vuelve táctil, y la tactilidad es siempre participativa. Como el sexo, que para McLuhan es un medio de comunicación. El crecimiento personal y la precocidad que son la norma en las culturas tribales y las sociedades analfabetas, desaparecen con la prolongación de la adolescencia y la acompañante negación del sexo de occidente, una cultura visual. Y si hay música que es táctil y participativa, también hay otra que es visual y desapegada. Por cada canción no-lineal, discontinua o hermética, hay otra que es uniforme, continua y clara. Spinetta es el anti-Joy Division porque Ian Curtis sale bárbaro en todas las fotos, y Spinetta casi siempre como el culo.

Y uno está a color y el otro en blanco y negro

En Joy Division todo es explícito. Si no hay futuro tampoco hay paciencia para los símbolos arcanos. El amor nos va a destrozar quiere decir que el amor nos va a destrozar. Que ya nos está destrozando. Ella perdió el control quiere decir que ella perdió el control. La guitarra distorsionada quiere decir que está ahí como “ruido”. No está para dar ningún mensaje secreto.

Con esto no quiero decir que Spinetta sea superior a Joy Division o visceversa. Lo que hay son dos formas contrapuestas de comunicarse. Una tiene un efecto alucinatorio y la otra un efecto de hipnosis. Son herramientas que uno generalmente no usa de forma consciente. Pero que tienen efecto aunque uno no esté pensando en ellas. Por eso decimos que la intención no tiene mucha importancia. Spinetta no se propuso crear fanáticos desquiciados, pero igualmente le aparecieron de abajo de las baldosas.

Y a alguien van a sacrificar.

(1) Artaud no cuenta como francés, es mexicano honorario.

(2) el comisario era Sofía Carlota de Hannover, a la que le decía que vivimos en el mejor de todos los mundos posibles, que todo el sufrimiento existe para que lo lindo parezca más lindo; y después le encontraron los papeles que decían que en realidad vivimos en un mundo cualquiera. Era fácil ser filósofo en esa época.

(3) en otras palabras, Wubba lubba dub dub.

(4) Spoiler: no es la merca.

(5) En el sentido en que alguien puede inventar algo.