Imaginate que tenés sesenta años y pesas ciento cincuenta kilos. A menos que sea así, en cuyo caso no imagines nada y seguí leyendo. Todos los días tomás un bidón de pastillas, tenés alta la presión, alta el azúcar y sos chancho de tierra en el horóscopo de tus arterias. Todos tus familiares y amigos te dicen que te vas a morir si seguís untando el asado de tira con manteca y ahogando tus penas en un licuado de cerveza, helado y huevo frito. ¿Imaginado? ¿Real? ¿Lo mismo pero en vez de sesenta años tenés veinticinco? Bien.
Ahora digamos que querés no pesar tantos kilos, para ver si es verdad que abajo de toda esa panza están correteando unos nietos. O para seguir con vida en el momento que alguno de tus hijos ingratos se decida finalmente a tener cría a pesar de los horrores del mundo, su clima cada vez más inhóspito y su economía deplorable. ¿Qué harías? ¿Dieta y ejercicio?
Parcialmente correcto. Nunca en tu vida hiciste ejercicio, y no vas a empezar ahora. Vas a empezar después de que bajes de peso, porque es importante para la salud cardiovascular, pero si salis a correr con tus ciento cincuenta asados encima no vas a llegar muy lejos. Para usar las calorías que hay en una banana tenés que correr como 30 cuadras. El ejercicio es para romper músculo y que se regenere más fuerte, no es eficiente para bajar de peso. En realidad no consume mucha grasa corporal, consume glucosa en sangre de tu última comida y después el glucógeno que se forma en el hígado y en el tejido muscular. Y cuando ese gluloquesea se acaba te da hambre, esa hambre que es como un manto de niebla en la cabeza, y que no te deja pensar hasta que te comés específicamente una hamburguesa cuádruple.
Esa sensación convengamos que más que hambre es manija. Cuando tenés hambre de verdad tenés hambre de cualquier cosa. Y no se te nubla la mente, se te agudizan los sentidos. De repente percibís todos los olores, la cabeza anda más rápido, y todo objeto a tu alcance se vuelve un arma para cazar mamuts. Comparte con el BDSM esa línea entre el dolor y el placer que solo existe cuando es voluntaria. Y lo que sea que comas en ese estado, un apio o genitales varios, va a ser mucho más hedónico que cualquier hamburguesa, sin importar cuanta panceta tenga. Esa es el hambre que hay que tener para bajar de peso más rápido, el hambre que extinguió la megafauna, pero orientada a megatubérculos. A continuación explayaremos el procedimiento para desarrollarla usando el poder de la dieta de la papa, sin morirte ni volverte completamente loco. Lo que se viene es casi todo un resumen/transposición de lo que dice Penn Jillette en su libro “Presto! o como no soy más un gordo al borde del colapso cardíaco”
Sobre gustos escribo
Las dietas son difíciles y casi todo el mundo falla cuando las intenta. Incluso la gente que baja de peso al año ya lo recuperó. Nadie ignora(1) que la dieta óptima incluye un montón de verduritas y muy poca carne. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el problema fue que era muy difícil conseguir suficientes calorías de las verduritas. Había que salir a matar por grasa y azúcar(2) para sobrevivir. Miles de años contra los últimos setenta donde rompimos el formato y el problema es que hay demasiadas calorías dando vueltas, demasiada grasa y azúcar, y solo para una pequeña parte de la población industrializada, cuyos corazones burgueses revientan como escuerzos porque les es imposible volver a las verduritas.
Afortunadamente, todo lo que a uno le gusta comer es producto del hábito. No hay en tus genes nada que diga que no te gustan las mandarinas o que la pizza con ananá es fea. En algún momento lo decidiste o lo decidieron por vos, y siguió por inercia. Comés lo que coma tu cultura, lo que te haya marcado en la infancia, lo que tu hermana no comía, o lo que hayas decidido que te hace bien física o emocionalmente.
Nuestra relación con la comida es identitaria, ritual y social. Uno es lo que come, cómo lo come y con quien lo come. Por ejemplo, comer cosas fritas con gente horrible después de cometer un delito. Nada de eso está fijado en tu alma, porque no hay alma. Todo lo que uno dice que es lo puede cambiar. Como decían Jean Paul y Simone(3), la existencia precede a la esencia. No sos emo, te hicieron emo.
Uno engorda porque cuando se junta con los amigos o la familia, se junta a comer. Y no tiene gracia juntarse a comer ensalada, hay que matar por lo menos tres vacas por persona para que valga la pena. O si no te juntas a comer te juntas a escabiar, que también engorda. O si estás solo y triste o solamente aburrido, te bajás un kilo de helado para no sentirte una basura, con el resultado que después te sentís peor que basura por haberte bajado un kilo de helado en catorce minutos. Y encima engrodás.
Lo que necesitas para poder comer como corresponde para bajar de peso es una especie de purga. Una dieta aburrida, monótona, que te saque todos esos rituales y complejos que desarrollaste a lo largo de años de comer como el culo. Una dieta donde no tengas que pensar en lo que estás comiendo, pero que tampoco te haga sufrir. Que la comida sea lo menos importante posible. Una cosa utilitaria que te sacás de encima rápido, como lavarse los dientes o cambiar las sábanas después de que unos mafiosos te dejaron una cabeza de caballo. Que la satisfacción personal venga de otro lado, de lo que sea que hagas con el tiempo y la plata que te regale el no tener que preocuparte por la comida. Leer el Quijote o construir la pirámide de cartas más grande del mundo. Hermanos y hermanas con sobrepeso mórbido, la papa os hará libres.
La Dieta de la Papa
Cualquiera puede hacer cualquier cosa durante tres meses, incluyendo bajar 20 o 25 kilos. Quizás 30. Después de tres meses se complica, por eso hay que bajar rápido. Como demostró el último gobierno, el gradualismo no funciona. La humanidad es hija del rigor y solo aprende a las patadas. De un día para el otro, vas a comer nada más que papas. Papas enteras, con cáscara y todo. Comer papas es fisiológicamente bastante parecido a hacer ayuno, solo que no dejás de ir al baño ni te morís. Eso es importante. Una papa es una bolsa de almidón y agua en la que flotan cosas, pero cosas lindas. Nutricionales. Potasio, fósforo, magnesio, calcio, hierro, zinc y ocasionalmente sodio. Vitamina C, B 9 y del 1 al 6, Vitaminas E y K. Todos los aminoácidos, incluyendo los nueve que el cuerpo no puede fabricar por su cuenta. Fibras solubles y no solubles. No hay nada único o mágico en las papas, estas dos semanas se podrían hacer con muchas otras fuentes de almidón(4): choclo, porotos, rabanitos. Pero no vas a comer eso, vas a entrar en la secta y comer nada más que papas y batatas.
Resulta que podés vivir mucho tiempo comiendo nada más que papas y batatas. Es una dieta de campesino de un siglo sin electricidad. En el verano daba vueltas por ahí juntando toda la comida que pudiera y en el invierno se enfierraba en su covacha a comer papas u otra fuente de almidón que no se pudriera. Es una dieta de invierno metabólico.
¿Papas con qué? Con nada. Sin manteca, aceite, crema, sal o nada. Al horno, hervidas o hechas en el microondas. No fritas, porque eso involucra aceite, que no es una papa, y no puré, porque tiene que tener la cáscara y toda el agua. ¿Cuántas papas? Todas las que quieras, cuando quieras. Hasta que no tengas hambre. Te podés comer veinte si querés, pero no te vas a comer veinte. ¿Puede ser con brócoli o una ensalada? No, solamente papas. No hay decisiones que tomar, recetas elaboradas o diversión para toda la familia. Solamente papas.
Como estás consumiendo calorías muy por debajo de los requerimientos diarios, las dos semanas de papa son días de poca actividad. No se puede hacer gimnasia u hombrear bolsas de cemento al quinto piso. Si tu laburo involucra actividad física pesada, hace la dieta en vacaciones. Y aún si laburás en una oficina, empezá la dieta un jueves para que el tercer y cuarto día caigan en fin de semana y puedas dormir mucha siesta, porque suelen ser los días en los que el cuerpo se queja por última vez de que no tiene glucosa en sangre y se resigna a usar de una vez por todas la grasa acumulada en un proceso llamado “Cetosis”. Si venís investigando dietas, la dieta cetogénica es una de las que están de moda. Involucra no comer después de las 20hs ni desayunar para para pasar la mayor cantidad de tiempo posible en el período “postprandial”, que es después de que la comida se termina de convertir en energía para uso inmediato, se almacena o se excreta y cuando se empieza a quemar grasa. Es un proceso más complicado que eso, pero como yo no lo termino de entender esta simplificación nos basta. De hecho, más simple. “prandial” significa “comida”. Preprandial, postprandial, antes o después de comer. Hay algo de eso acá pero lo más importante es la monodieta que te saque de la cultura de la comida. No hace falta que te comas la grasa que hizo otro bicho. Te podés comer tu propia grasa.
Después de la transición a cetosis todo es más fácil. Vas a empezar bajar de peso a las chapas y a notar cambios funcionales en todo el cuerpo. En parte por el acceso a esa fuente de energía grasosa que nunca usaste en tu puta vida. En parte porque la cantidad de fluido en la papa se nota en la saliva, en la orina y en cualquier parte donde haya fluido. En parte porque la monodieta afecta la composición de la flora intestinal y, en un aterrador desarrollo, esa flora nueva mejora el humor(5). La temperatura corporal baja, y eso en este caso es bueno. Si tenés frío es que estás bajando de peso. Si estabas tomando medicación de cualquier tipo (sobre todo para la presión, porque esta es una dieta sin sal), es posible que tu médico tenga que bajarla en alguna capacidad (6).
Entonces, durante catorce días nada más que papas y batatas enteras con cáscara y sin agregados de ningún tipo. Podés tomar té, café, agua, soda y mate libremente siempre y cuando no le pongas azúcar o sacarina o cristales energéticos(7). Importante: No le digás a nadie que estás haciendo la dieta de la papa (8). Esto es como una secta. Tus amigos y familiares son enemigos a cualquier cambio. Fisiológicamente no es algo extremo, pero suena como si lo fuera para los no iniciados. Te van a preguntar cosas como si no te faltan proteínas, aunque la papa tenga todos los aminoácidos de los que están hechas, o si no te volviste completamente loco. Como la comida es un elemento social, la parte más difícil de la dieta es la presión social. Es lo único difícil, en realidad. Como barrabrava bancando los trapos, sacá pecho y dale para adelante.
Y como esto es una secta loca, tiene sus rituales que reemplazan a los anteriores. Bah, tiene uno:
En el día quince comés choclo
Sí, choclo. Solo. Sin sal, sin manteca, hervido sin nada pero la cantidad que quieras. Sonará menos emocionante que los sacrificios humanos que ofrecen las otras sectas locas, pero después de catorce días de comer nada más que papa esos choclos van a ser los mejores putos choclos que comiste en tu vida. Van a ser dulces como un aguinaldo. El legendario manjar cinco estrellas que dejó el Gato Dumas antes de morirse. Lo que come Jeff Bezos cuando quiere sentir que tiene plata en serio.
Pero es nada más que un choclo. A esta altura la pérdida de peso ya debería ser notoria cada día, pero la dieta sigue. Del día 15 al 30 vas incorporando otras fuentes de almidón, pero sin condimentar demasiado(9). Arroz integral (es importante que sea integral), porotos, lentejas, garbanzos, más choclo. También podes comer ensaladas con vegetales verdes, y cosas como tomates y zanahorias. Esas ensaladas tienen que ser enormes. Del tamaño de la cabeza de un toro más grandes. Es común entre veganos(10) tener deficiencias nutricionales porque mantienen el tamaño de las porciones como si comieran carne. Se comen una berenjena como si fuese un bife. Necesitás más berenjena. MÁS DIJE.
La pirámide
El científico loco que inventó esta dieta, Ray Cronise, tiene una pirámide nutricional propia que resume el sistema:
A partir del día 30 empezás a comer todo lo que está arriba y a la derecha en la pirámide, con excepción de nueces y semillas y las siguientes consideraciones. Lo de arriba es lo que es denso en nutrientes pero bajo en calorías y lo de abajo a la derecha es lo que te llena y hace que no tengas hambre. Si comés al mediodía y comés a la noche, que una comida sea una ensalada grandota de lo de arriba y la otra sea un cacho de lo de abajo a la derecha. Ojo con las nueces y las semillas, porque podés engordar comiendo eso. No las toqués hasta que estés llegando a los dos meses de la dieta, y aún así no pases de 25g por día. Notarás que hasta ahora no hablé de cantidades, lo cual es una rareza para las dietas. Eso es porque es imposible engordar comiendo lechuguita y brócoli. Es demasiado lo que físicamente tenes que agarrar y ponerte en la boca para que eso pase. No ocurre lo mismo con los productos animales, con los alimentos refinados (azúcar, pan), con los líquidos (alcohol, gaseosa, jugo lleno de azúcar) o con los alimentos que tengan concentraciones importantes de grasa (como el aceite o las nueces). Las calorías son difíciles de calcular. Uno termina comiendo mucho menos (le suele pasar a los veganos) o mucho más (le suele pasar a todo el mundo) de lo que piensa que está comiendo.
Otra cosa que pasa cuando bajás de peso muy rápido es que la gente primero se pone contenta y después se empieza a preocupar. Se asustan y te dicen que ya está, que ya bajaste demasiado. Ven huesito donde nunca hubo nada más que grasa, se asustan más y empiezan a tirar palabras que no terminan de entender del todo como “anorexia”. La anorexia es una enfermedad mental jodida, pero no tiene que ver con la pérdida de peso en sí propia. Es una distorsión de la imagen corporal producto de una patología. No de una papa.
That’s all folks!
En fin, después de los 90 días ya sos una persona nueva, y la dieta de mantenimiento se resume en “come comida, no te zarpés, casi todo plantas”. Podés elegir si seguís comiendo solamente de arriba y de abajo a la derecha de la pirámide o si incorporás productos animales. Si elegis lo primero vas a necesitar suplementos de vitamina B12, que es lo único que necesitas y las plantas no fabrican. La dosis te la tiene que dar un médico. También podés empezar a hacer actividad física para recuperar la masa muscular que perdiste en tres meses de ver como te desaparecía la panza. Lo bueno es que eso que siempre fue difícil se vuelve estúpidamente fácil si te sacaste ⅕ o ¼ de tu peso. Sos como Gokú que entrenaba con la ropa pesada. Te la sacás y volás. No te para nadie. ATR pura sangre VENGA EL TORNEO DE LAS ARTES MARCIALES.
Y si algún día tenés ganas de volver a comer como el orto, tené en cuenta lo siguiente: podés. Sobre todo si querés volver a reconstruir todas las relaciones sociales dañadas por la pérdida de peso. Si todos los días comés sano, que un día te comas un asado o un flan con crema o te escabies hasta el culo no pasa nada. El cuerpo es malo cuando tiene que lidiar con cosas crónicas. Una vez que llegues al peso que querías llegar, lo único que tenés que hacer es no volver a comer basura crónicamente. Pero cada quince días, cuando sea apropiado o pague otro gil, comerse una bondiola no está mal. Consideralo parte de la dieta.
(1)“Nadie ignora”. Borgeano el gurí.
(2) A los temibles tigres de chocolate de las montañas asiáticas.
(3) Simone y Jean Paul fueron el dúo melódico Nº1 en el mundo hasta que llegaron Los Pimpinela.
(4) Enfatizo el llamar al compuesto “almidón” y no “carbohidratos” porque es más útil. No todos los carbohidratos tienen las mismas propiedades nutricionales. El cuerpo no asimila de la misma forma almidón que el azúcar refinada que petróleo, pero todos son técnicamente “carbohidratos”. Lo mismo con usar la palabra “aminoácidos” en lugar de “proteínas”. Las proteínas que tiene una papa no son las mismas que las de un ser humano, pero sí los aminoácidos.
(5) Mientras lees esto, hay gente en más de una universidad cheta estudiando si se puede tratar la depresión con dieta y frío. No está ni cerca de comprobado, pero la cosa viene por el lado de que puede ser.
(6) Porque hablaste con un médico antes de empezar una dieta falopa que encontraste en Internet, ¿No?(*)
(7) Los amigos no dejan que sus amigos le pongan cristales energéticos a nada.
(8) Excepto al tordo, claro. Por supuesto. Nada judiciable por acá.
(9) Pimienta. Ni se te ocurra usar aceite.
(10) Vegano es un término ético más que nutricional. Apropiado si tu intención es evitar la crueldad contra los animales. Si tu intención es comer lo más sano posible, “vegano” no es un descriptor apropiado, aunque comas todo plantas. Una galletita Oreo es perfectamente vegana, pero no te hace bien. Para quemar las calorías de tres oreos tenés que subir ochenta pisos por escalera.
(*) Yo tampoco, pero mi mamá me sumergió en el Río Paraná cuando nací y ahora soy indestructible. ¿Cuál es tu excusa?