El Mufa de Frankfurt

Walter Benjamin nació adentro de un banco en un país que hiperinfló, y se mató en la frontera entre España y Francia escapandose de los nazis. El resto del grupo llegó lo más bien. Ningún problema. Es posible que el paraíso para Benjamin hubiese sido la caverna de un hoarder, llena de diarios viejos y paquetes de Don Satur. No es mi casa, que decís. Su versión del marxismo podría ser el equivalente místico del bilardismo: importa absolutamente todo, porque cada cosa tiene el potencial de ser profética. De ser bella, de contener a la divinidad. El presente es una cita del pasado y una fuente que va a citar el futuro, que no tiene por qué ser inevitable. Si el destino de la humanidad dependiera de un alfiler en el bolsillo de un defensor, ¿No querríamos saberlo? La posición es tan importante como la composición. Un gran equipo puede estar hecho de jugadores horribles si están parados en el lugar correcto en el momento exacto. Priorizar cualquier elemento sobre otro trae consigo una jerarquía que debe ser superada. Hay que ver como el largo de las medias altera la efectividad de los defensores. Un crítico tiene que buscar formas de leer un texto (un texto en sentido general, de conjuro a criatura) que no sea simplemente una corroboración de la opinión hegemónica. La más subversiva y rocanrolera de las ideas puede transformarse muy fácil en una herramienta del opresor. El margen que dé la ventaja triunfal puede estar enterrado en cualquier lado, pero para encontrarlo hay que levantar todas las baldosas, espiar atrás de todas las plantas y mover todas las montañas. Y lo tenés que hacer vos, cualquier intermediario te aleja de la historia que podrías llegar a contar. Eso es un argumento en contra de hablar de Walter Benjamin y a favor de decirte que agarres mil páginas del Arcades Project, pases por los vidrios en patas como Bruce Willis y nunca jamás te acerques a cuatrocientos metros de una charla Ted. Son demasiado eficientes, y más aún a gran escala. Por eso la experiencia directa pertenece a un mundo que ya no existe. Es como la persona que prefiere los baches al asfalto prolijito. No tiene ningún sentido práctico, pero es difícil evitar que te caiga bien. Esa persona, no necesariamente el intendente que deja ser a los baches en primer lugar. Siempre hay un intendente atrás de cada bache.

A lo que iba es que hacer de la crítica una obra de arte híbrida es lo único que la salva de ser parasitaria. No puede esconderse atrás de una fórmula reductiva, porque un texto puede salir disparando para cualquier lado, como un Chino Tapia de la hermenéutica. La teología, madre de la crítica literaria, no es simplemente una superestructura que se constituye sobre una base económica. Es la forma en la que funciona la conciencia, aún si no creemos en el Dios de Israel. Es el enanito que maneja el robot en secreto. Los conceptos teológicos y espirituales tienen una base material, pero la cultura material también tiene un significado existencial. Es por esto que Walter Benjamin no creía que la mejor manera de entender el presente es mediante un modelo mecánico de causas y efectos. Creía que el pasado sólo puede ser conocido a través de la perspectiva de cómo nos habla en el presente. Si te gusta podés decirle «memoria», la conjunción de los recuerdos y los olvidos, o podés decirle «revisionismo» si no te gusta un carajo. Podés decirle también «mesianismo», un momento nuevo, librado de la linealidad. Quien controla la forma en que nos relacionamos con el tiempo, como lo medimos y lo percibimos, gana. Esto es, también, Heidegger. Pero Benjamin no es el capo que tiene todas las respuestas. No es el revólver con la bala de plata que mata a todos los mostros. Aplica para “esta cosa” y no a “todas las cosas a la vez”. Sartre mira al mozo, se mira a sí mismo mirándolo y se manda la Teoría del Todo. Benjamin mira al mozo y trata de leerlo en el detalle. Eso es un término militar. Quiere decir salir a buscar al enemigo a cada recoveco posible una vez que se separa del cuerpo principal. Averiguar que dice cada elemento sobre el espacio en el que habita. No hace falta salir de uno para ver bien. La epifanía no necesita de la renuncia. Siddartha podía hacerse Buda en el living de su casa. Palacio.

Walter Benjamin no era Buda. Era un tipo ansioso, obsesivo, depresivo, con muchos tics de personalidad. Incidentalmente, eso lo vuelve mufa. Mucha cabeza, poca joda. Todo lo contrario a Borges, que compartía su sentido de la memoria y su uso de la tradición mística judía. La admiración por Kafka y su “hay bocha de esperanza, recontramil esperanza, pero no para nosotros”. De sacarse y ponerse ideas metafísicas y teológicas como camisetas, y usar el discurso como cancha. Sabemos que creía y que no creía Borges, en el cuerpo y en la joda, pero no podemos decir lo mismo de Walter Benjamin. Podemos decir que se murió antes de encontrar al equipo de sus sueños o que lo único que quería era jugar a la pelota, para cualquier equipo. La mitad de los posteos en esta página hablan de panteísmo o gnosticismo o la imposibilidad de la traducción y Benjamin cubre todo eso y más.

La otra mitad hablan sobre la diferencia entre una estructura de pensamiento racional, lineal, continuo, individual y visual y un pensamiento mágico, fragmentario, colectivo o aural. Esa distinción viene de McLuhan, pero “aural” es la gracia del ensayo más conocido del mufa de Frankfurt. En general escribía fragmentos, bocetos incompletos, frases sueltas, citas, notas, párrafos, recortes. También es una idea romántica. Un fragmento o una ruina es un género en sí mismo. Sacar sentido de lo que falta, lo que es irrecuperable, más que de lo que está disponible. La elipsis invita a la participación y a la completitud. LA OBRA DE ARTE EN LA ERA DE LA REPRODUCCIÓN MECÁNICA o por qué la gente quiere tocar el ataúd de Maradona y no se puede quedar en la casa a ver las fotos. El ataúd de Maradona tiene un “Aura” propia, que ninguna reproducción puede imitar. Si eso suena como un concepto metafísico falopa, no lo es. Todo lo contrario. El Aura está compuesta de la suma de las propiedades físicas, esas que se pueden medir. Absorción óptica, carga eléctrica, color, concentración, densidad, ductilidad, dureza, elasticidad, fragilidad, frecuencia, intensidad del campo magnético, irradiancia, longitud, luminiscencia, lustre, maleabilidad, masa, opacidad, permeabilidad, plasticidad, presión, reflectividad, rigidez, solubilidad, temperatura, tensión mecánica, velocidad, viscosidad, volumen. Listarlos como un wikipedia cualquiera no es gratuito. Esas propiedades son los fragmentos de los que está compuesta el Aura en el mismo sentido que cosas como género, tradición y etnia son los fragmentos de los que está compuesta una identidad política. No es solo un hecho estético, reproducible mecánicamente. Benjamín dice que todos los esfuerzos de hacer puramente estética la política culminan en una cosa: Violencia. Solo la violencia hace posible movilizar todos los recursos de una sociedad al tiempo que se mantiene el balance de poder como está. Recordemos que en su época estaba de moda enfrentar una recesión económica movilizando los recursos de una sociedad hacia un gran proyecto, como una represa o una guerra. ¿Por qué no casas, escuelas, hospitales y todo así? Porque solo la violencia hace posible movilizar todos los recursos de una sociedad al tiempo que se mantiene el balance de poder como está, usando un argumento estético. El marxismo de Benjamin responde politizando el arte. No lo deja tranquilo nunca. Es un peligro.