El alegre mes de mayo

Mayo es el mejor mes para repartir hielo. El apogeo del otoño, con las alondras ya casi todas cazadas a hondazos y los árboles no pelados, pero sí peinándose todo para un costado para disimular. Aunque no engañan a nadie. Yo sé la verdad: que son ellos los que traen las estaciones. Mayo es también el mes que empiezan debajo de sus cortezas a producir el hielo que matará linyeras en invierno, y la gilada culpará a la posición de la Tierra con respecto al Sol o al gobierno del Brasil, que es lo mismo. 

Pero al dormir yo mismo en la calle, no podía sino tomar medidas para evitar mi triste muerte invernal, sentado contra la pared de un túnel bajo la autopista, entre peatones y conductores indiferentes, con una flor marchita apenas sostenida en el regazo. Una rehén del mundo vegetal, que no valió un rescate por parte de sus mayores. ¡Estaba hablando de medidas a tomar! Sí, señor juez, primero traté de advertírselo a los ciudadanos. Me paraba en la esquina de Paraná y Panamericana y lo gritaba a los conductores. ¡LOS ÁRBOLES CAUSAN EL INVIERNO! Tenía un cartel también, que decía lo mismo. ¡DESPIERTEN PUTOS! Y claro, los únicos que me hacían caso eran los policías, que me trajeron con usted. Como le va. No sabía que los jueces tuvieran tiempo para lidiar con cruzados callejeros de hábitos monacales rasgados ¿Eh? No, no soy vegano. ¿Quiere patitas de rata caramelizada con una cosa que goteaba de un caño? Ah, se está cuidando. Me parece muy bien. Que tenga un buen día, señor Juez.

Evidentemente no me iban a ayudar a desenmascarar a los árboles, así que tenía que andar con cuidado. Los guachos están por todas partes. Por eso vivo abajo de una autopista, su enemigo natural. Bah, antinatural. El enemigo natural de los árboles es el fuego, que les derrite el hielo que usan para congelarnos a los linyeras en invierno, que también parece que somos sus enemigos semi-naturales. Es como en Alien vs. Depredador, que el Depredador se hace amigo de los humanos para pelear contra los Aliens. El enemigo de mi enemigo es mi aliado. El fuego y la autopista serían mi Depredador. Y ayudar ciertamente ayudaron.

Era la mitad de Mayo cuando un camión dobló mal al bajarse de la autopista, volcó por la barranca y se prendió fuego. Otros linyeras y yo nos acercamos corriendo. Ellos se pusieron a ver si en la caja del camión había algo comestible que pudieran rescatar antes que se carbonice por completo. Pero yo tenía una misión: contemplé el incendio con la boca abierta, buscando señales entre el humo y las llamas. El conductor salió arrastrándose del camión y me agarró el pantalón para que lo ayude. Pero no había caso, estaba atravesado por un afilado fierro y moriría en pocos minutos. Él me dijo que llame a una ambulancia, por favor, y yo le contesté que su sacrificio no sería en vano. Los árboles que traen el invierno pagarían. ¿Qué? Fue lo último que dijo cuando le saqué el fierro ensangrentado que le atravesaba el pecho. Costó, pero lo saqué. Sería mi espada, forjada en sangre y fuego para combatir el mal. La llamé Alegría de Mayo, y la puse a trabajar.

Pero estaba hablando de repartir hielo, que Mayo era el mejor mes para eso. Es que cuando me puse a apuñalar árboles me di cuenta otra vez que eran demasiados y estaban por todas partes. Ya me había dado cuenta de eso en algún momento. No sé qué me pasa hoy, deben ser todos los animales portadores de enfermedades que como que me hacen mal a la memoria. Siempre me digo que me tengo que volver vegano, pero siempre me olvido. ¡Ah, los árboles! Estaba apuñalando árboles pero no daba abasto. Necesitaba más recursos, señor Mega Juez. Lo que hice fue hacer un tajo en la corteza con mi espada, como para acceder al hielo. Es como hacen los pájaros carpinteros, que picotean los troncos de los árboles para picarse el hielo para los daiquiris. Por eso estaba tan loco el pájaro, estaba re mamamdo. No, señor mega Juez, yo no. Sale caro eso, y yo no tenía plata. Por eso me puse a extraer hielo de los árboles para repartir. Haría el invierno más manso para mis compañeros linyeras de la zona, y me haría unos pesos. Mucha gente compra hielo, no solo las viejas sempiternas que tienen la misma heladera de barras desde el año 30’. Los frigoríficos que no pueden pagar la luz, por ejemplo. Esos eran mis principales clientes. Cuestión que me hice millonario y por lo tanto muy influyente en el gobierno Brasilero. Su presidente había sido apuñalado repetidas veces como yo, y también sabía el oscuro secreto de los árboles. Y tenía su propia espada forjada con sangre y fuego, pero la de él se llamaba Justicia de Diciembre. Entonces pude ejecutar mi venganza, no en Mayo sino en Agosto, que era más o menos el punto medio entre nuestras espadas vengadoras. Y en resumen, señor Mega Juez, fue así como se incendió el Amazonas.