“Para cada problema complicado o sutil hay siempre una respuesta extremadamente simple y sencilla, que está mal”
H.L. Mencken
Empezar citando a un gorila antidemocrático como Mencken no es casual, ya que hubo muchos estudios lingüísticos hechos en gorilas y otras clases de simios. La más famosa es Koko, la que aprendió lenguaje americano de señas y lo usaba para culpar a otros gorilas de sus crímenes. El otro famoso fue un chimpancé llamado Nim Chimpsky, al que también se le enseñó lenguaje de señas para tratar de demostrar que Noam Chomsky estaba equivocado en su crítica a B.F. Skinner, y terminó comprobando que tenía razón. Ya voy a volver a Chomsky.
Por ahora voy a empezar con la parte neurobiológica del lenguaje. En el 90% de la población esto lo maneja el hemisferio izquierdo del cerebro. La primera evidencia viene de un test que les hacían a los epilépticos antes de una cirugía cerebral para asegurarse de que no iban a tocar nada que no debían tocar. Les anestesiaban el hemisferio izquierdo y perdían brevemente las funciones del lenguaje. Hoy esto se estudia con menos falopa y cuchillos y mas tomografía computada, que te muestra qué partes del cerebro se te prenden cuando vas pensando diferentes cosas. Por ejemplo, en Bowie (1).
Más allá de que lo de “que parte hace cada cosa en el cerebro” parece que no es tan modular como a uno le gustaría, las partes más relevantes son el área de Broca, el área de Wernicke, y el coso que antes se pensaba que las conectaba y ahora resulta que en realidad no. “Coso” es el término técnico neurobiológico, la gilada le dice fascículo arqueado. Ya voy a volver a eso de los cosos cuando tenga que referirme a los símbolos. Hay muchos retornos hoy.
El área de Broca está en la corteza del lóbulo parietal. Eso es, arriba y atrás. El área de Broca es responsable por la producción motora del lenguaje. Mover labios, mandíbula, laringe, las manos cuando es lenguaje de señas. Para constatar que función cumple realmente una parte del cuerpo, es muy útil ver qué pasa cuando se rompe. Por ejemplo, si te rompo las piernas porque no me pagaste los cincuenta pesos que me debés, ya no podés caminar. Ergo, las piernas sirven para caminar. En cuanto al área de Broca, un derrame allí produce un tipo de afasia. Messi tiene problemas generando palabras con sentido, aunque sigue siendo bueno en la comprensión de lenguaje(2). Eso es porque otra área, el área de Wernicke, es la responsable de esa comprensión. La gente con afasia de Wernicke puede generar palabras y sonidos fluidamente, incluso oraciones largas, pero lo que dicen no tiene ningún tipo de sentido. Dato: en los sordomudos las áreas del lenguaje se activan cuando conversan con señas. Esto nos ayuda a divorciar a Broca y a Wernicke de algún estímulo físico directo, como el sonido, y llevar sus funciones a un plano más abstracto.
Entonces hasta ahora tenemos dos componentes del lenguaje: el concepto en Wernicke y su expresión en Broca. Un hipotético derrame en el fascículo arqueado (hipotético porque suele ser parte de un daño mayor) produciría que no puedas relacionar esos dos componentes(3). La relación, la trama, es un componente fundamental, uno de los elementos técnicos que Stevenson describía como las naranjas con las que hace malabares un escritor. La cuarta naranja era la prosodia, es decir la entonación, los énfasis, las ironías, todo lo que no fuese gramática o vocabulario. Ese tanto por ciento del lenguaje que no está a cargo del hemisferio izquierdo del cerebro, y se conecta con el derecho. El equivalente fisiológico sería una dupla entre el sistema límbico, encargado de las respuestas emocionales, los llantos, gritos y eso, y los ganglios basales, los que le dicen a tus músculos que hacer. Su influencia es mayormente inconsciente y tan poderosa que el lenguaje de señas tiene acentos y hasta rimas y juegos de palabras, y los ciegos gesticulan cuando hablan entre ellos. Los videntes también al momento de hablar por teléfono o mandarse mensajitos de whatsapp.
La quinta naranja tiene que ver más bien con la poesía, porque es una naranja musical. Hay escritores a los que les importaba mucho, como Cortázar, y otros que les chupa el quinto gajo del cítrico, como a Vargas Llosa. En otro dato Niembro, la gente con lesiones en el área de Broca puede hasta cierto punto expresarse cantando, aunque no pueda hacerlo hablando normalmente. El canto también accede a la memoria por canales distintos a las asociaciones normales, más cercanos a los estímulos físicos directos como los del olfato por ejemplo, y en la vejez te permite recordar cosas que no tiene sentido que te acuerdes, como canciones de tu juventud y cosas así. Canales relacionados con signos, evidencia directa de los fenómenos, más que con símbolos construidos. Borges decía que estamos hechos de memorias y olvidos, así que ¿Cómo afecta esto a Boca(4)? O más bien a nuestra percepción, tan mediada como está desde Kant, y que se convierte en nuestra memoria y nuestro olvido.
Una hipótesis que se volvió muy popular en los últimos años es la de Sapir-Whorf (5), en la que el lenguaje determina fuertemente nuestra percepción de la realidad. Es decir que pensar, para diferenciarlo de, digamos, sentir o mandar emoticones, quiere decir manipular símbolos, ya sean palabras, números, triángulos, cuadrados o la constelación de Sagitario. En ese sentido, los símbolos son bastante tiránicos en lo que te permiten hacer con ellos, y traen aparejada una visión particular del mundo en el momento que nos los enseñan. La evidencia tiene que ver con esquimales con muchas palabras para describir lo que nosotros entendemos por nieve y el color blanco. U Homero saliendo con comparaciones raras de que el mar era “color del vino” porque los griegos no tenían una palabra para el azul. O aborígenes australianos que se orientan perfecto en el espacio porque se refieren a las cosas no en relación a ellos mismos, si no a partir de los puntos cardinales.
Esto tiene consecuencias en el terreno político, particularmente cuando hablamos de género. Existen infinidad de estudios donde los hablantes de distintos idiomas le asignan diferentes características al mismo objeto inanimado a partir del género que su lengua les pone. El mismo puente puede ser “fuerte y sólido” en español, donde puente es masculino y “esbelta y bella “ en alemán, donde es femenino. Claro que la asignación de género se reduce a una metáfora lingüística, y al mismo tiempo nadie se imagina que a lxs puentes bebes haya que darles pelotas azules o muñecas rosas para que jueguen. Y justamente esa confusión de la metáfora con lo metaforado, del símbolo con la cosa, es donde la hipótesis de Sapir-Whorf empieza a aflojar. Porque la metáfora no es nada mas reemplazar una palabra por otra, que es más bien un símil o una simple sustitución como en el análisis freudiano de los sueños. La metáfora aparece cuando queremos decir algo, pero no tenemos la palabra o el símbolo exacto para describirlo(6). Todas las expresiones a las que tenemos acceso resultan inadecuadas o inexactas por un motivo u otro y entonces no nos queda más que inventar una nueva. Decía Lugones que todas las palabras son metáforas muertas. Cuando alguien dice “llevar a cabo”, no está pensando en barcos ni muelles. De algunas metáforas conocemos el origen por motivos etimológicos y otras son tan primitivas que sus orígenes se perdieron definitivamente. Esas cosas que necesitamos expresar vienen de la realidad común, y no al revés.
Ahora ¿Quién inventa el idioma que nos tiraniza? ¿Y cómo lo adquirimos? Cortázar decía que el idioma es creado por poetas anónimos, que están tan afinados con la realidad que pueden condensar elementos de ella en pequeños sonidos discretos que otros entienden. Lo que le faltó aclarar es que esos poetas anónimos son todos chicos menores de doce años, que son los que inventan el lenguaje(7). Vuelvo entonces a Chomsky.
La polémica entre Chomsky y B.F. Skinner(8) solo fue polémica porque el segundo estaba arraigadísimo en el mainstream psicológico de principios del siglo XX por sus trabajos sobre el conductismo. Si no, Chomsky le rompía la boca en medio round. Skinner decía que los chicos aprenden el lenguaje por imitación. Reciben recompensas cuando hablan bien, y entonces ese comportamiento es reforzado y se vuelve más posible en el futuro. Para Chomsky el desarrollo del lenguaje es similar al de cualquier otra función corporal, como el crecimiento de los riñones. Un mecanismo interno. Su argumento incluye la habilidad de crear nuevas construcciones lingüísticas que no podrían haber sido reforzadas. Esto se llama generatividad del lenguaje, y se asocia con una estructura innata en el cerebro humano que permite generalizar reglas a partir de casos puntuales. Esto explica los parecidos gramaticales y sintácticos que hay entre todos los seis o siete mil lenguajes humanos conocidos, más allá de las diferencias entre las culturas que los produjeron(9). Ese chimpancé Nim Chimpsky que mencioné antes se comunicaba con señas que había imitado de sus instructores, pero nunca mostró la capacidad de generar palabras nuevas o de ponerlas en el orden correcto. Balbuceaba, básicamente, y esto parece limitar esa capacidad de producir nuevos significados a los humanos(10), que son los únicos que tienen áreas de Broca y Wernicke desarrolladas.
El otro ejemplo clave de cómo los chicos inventan idiomas ocurrió con el lenguaje de señas de Nicaragua a finales de los 70’. Los chicos sordomudos de Nicaragua no tenían nadie que les enseñe porque el estado estaba lleno de Somozas que andaban en cualquiera, así que desarrollaron su propia forma de comunicarse entre ellos, completamente ajena a sus profesores. Forma que fue luego identificada por investigadores del MIT(11) como un lenguaje totalmente nuevo que salió de la jodida nada. Ese idioma fue en un principio muy simple, con solo algunas palabras básicas, y con el tiempo se fue volviendo más exhaustivo, cosa que en tres generaciones había alcanzado en complejidad al lenguaje americano estandar. Lo curioso es que los hablantes de la primera generación no se actualizaron a los cambios, y siguen usando la forma primaria. La innovación siempre vino de los nuevos hablantes adaptándose al mundo que tenían enfrente. John Cleese, el alto de Monty Python, decía que los gatos son muy inteligentes en todo lo que a los gatos le sirve ser inteligentes. Los esquimales tienen cincuenta palabras para nieve porque identificar una superficie estable de una que va a irse a la mierda cuando la pises es la diferencia entre etc. En español, para poner otro ejemplo, no tenemos una palabra para describir la sensación de entender intelectualmente algo que antes no entendías. Lo más parecido es “éxtasis”, que tiene una connotación religiosa, y me imagino que tiene que ver con que en la España del siglo XII, los únicos que estudiaban para entender cosas intelectualmente eran los curas, y lo que estudiaban era la Biblia. Los alemanes, en cambio, sí tienen una palabra para eso, algo así como Verständnisfühlen, y en base a esto concluyo que la mitad de todo lo que hacen los alemanes es descubrir cosas que antes no entendían y anexarlas a su Reich. La versión más técnica la postuló Judith Rich Harris, que aunque nunca haya estado en Monty Python tiene un libro llamado The Nurture Assumption donde estudia cómo la influencia de los pares es más importante que la de los padres y maestros en el desarrollo del lenguaje. Es particularmente notorio en el caso de los hijos de inmigrantes, que a diferencia de sus padres no hablan el idioma local como el culo. Después de los 12 es más difícil aprender un nuevo idioma, y aunque lo aprendas muy probablemente te quede un acento. Esto es porque aproximadamente a esa edad todas estas áreas del cerebro que tienen que ver con el lenguaje terminan de formarse y quedamos condenados para siempre a no terminar de entender del todo que carajo significa Skere(12).
Esto no mina la tiranía que ejercen los símbolos al momento en que uno tiene que expresarse. Cuando era gurrumín iba a un taller de dibujo porque quería ser pintor como un bisabuelo que pintaba caballos. Mis caballos más que esas maravillas impresionistas de mi bisabuelo eran como unos tubos de mortadela con patas de fideos y caritas felices conformadas por dos puntos y una rayita, como los de todos los chicos. Eso era porque no estaba dibujando el caballo que veía, sino una interpretación simbólica bastante burda de las partes que supongo que me parecían representativas del caballo. ¿Qué era un caballo? Cuatro patas, la cabeza larga, la cola, etc. Para corregir mi percepción, en el taller me hicieron dibujar el caballo patas arriba, en posiciones raras, a dibujarle la sombra, cosa que me viese obligado a dibujar lo que realmente tenía enfrente, que me fuese importante ver la forma que realmente tenía la cabeza del caballo, y las patas y la cola. Hoy uso ese conocimiento para dibujar los distintos tipos de Bowie.
¿Cómo se relaciona esto con el lenguaje? Los símbolos producen una sensación de certeza, y enmascaran la ignorancia cabal sobre cualquier cosa. La explicación promedio de porque Messi rinde más en el Barcelona que en la selección es el equivalente de mi dibujo del caballito, con la diferencia de que se nota claramente como mi caballo de patas de fideo y carita feliz es una representación bastante pobre de la realidad. Pero es más difícil ver en las palabras cuando los conceptos detrás son igual de elementales. Muchas veces uno recurre a expresiones que vio o leyó en algún lado, y las repite sin investigarlas demasiado. Volá esas palabras a la mierda y fijate cuanto queda del argumento. El problema no es que esté mal expresado, si no, como en el caballito, que muestra un entendimiento pobre de lo percibido(13). Es un atajo por el camino de los símbolos, y eso lo hace parecer más inteligente de lo que es. Como decía George Orwell, licenciado en Newspeak:
En prosa, lo peor que podés hacer con las palabras es rendirte a ellas. Cuando pensas en un objeto concreto pensás sin palabras, y luego, si queres describir la cosa que estuviste visualizando, probablemente salís a cazar las palabras exactas que parece que se acomoden al objeto. Cuando pensás en algo abstracto te inclinás más por usar palabras desde el principio, y a menos que hagas un esfuerzo consciente para prevenirlo, el dialecto existente se te viene encima y hace el trabajo por vos, a expensas de borronear o incluso cambiar tu significado. Probablemente es mejor retrasar lo más posible el uso de palabras y cimentar lo que queres decir lo más claramente posible mediante imágenes y sensaciones.
(1) Se prende todo.
(2) Esto es a modo ilustrativo, no lo estoy diagnosticando. Cuando le pedí al Barcelona si me dejaban examinar el cerebro de Messi me dijeron que no.
(3) Cosas de metalenguaje. Decí la palabra “gato”.
(4) Es decir a la Realidad.
(5) Sapir y Whorf nunca publicaron nada juntos ni enunciaron la hipótesis como tal, pero lleva sus nombres porque se infirió a partir de lo que investigaban.
(6) La metáfora es hija del coso.
(7) Y Shakespeare, que inventó la mitad de lo que conocemos como “inglés”.
(8) Link al artículo con la crítica: http://www.chomsky.info/articles/1967—-.htm
(9) Por ejemplo que todos tienen oraciones subordinadas. Si alguna vez te preguntaste para qué servía el análisis sintáctico que te martillaron en el colegio bueno, para esto.
(10) Al menos hasta que consiga mi bonovo en alguna parte de la Deep Web y pueda hacer experimentos. Una vez que lo haga, le voy a poner Nacho Bonovosky.
(11) Que aparecieron sospechosamente al mismo tiempo que los Contras.
(12) No se me ocurre ningún motivo por el que alguien diría “Let’s get it” en cualquier contexto de nada. Pero no era eso lo que quería decir en este aparte, sino que doce años era el umbral en el que el escritor escocés Andrew Lang decía que dejamos de ser genios y nos empezamos a volver boludos. Ahora sabemos porqué. Es cuando el cerebro empieza a fosilizarse.
(13) Esto explica la frecuente envidia que nos produce a los escritores cuando un pintor escribe mejor que nosotros. Entrenan mejor la percepción. No que Picasso fuese mejor escritor que Borges, si no que un pintor medio pelo suele escribir mejor que un escritor medio pelo.