Banda Metalera

Nadie entenderá una palabra de lo que diga cuando a través de mis canciones trate de comunicar lo incomunicable. A los gritos, aunque el dolor vaya pasando. El subproducto más tóxico de la experiencia humana y un globo de helio reventado por la vida. Fuera de alguna excepciones notables, los edificios medievales dominantes carecían de facetas seculares. Como Banda Metalera, vivo en un castillo y soy toda religión purísima. Arrodillarse junto a la cabecera de mi padre y preguntar “¿Cómo te sentís?” con la voz quebrada y la vista perdida en el largo cabello que baña la almohada blanca. Hay algo grave, muy grave en todo esto. En un principio, mi madre no me deja salir de mi casa. No es un buen augurio para una Banda Metalera hablar de “mis canciones” y vivir encerrada porque mamá lo dice. Como Emily Dickinson, tengo que escabullirme por las noches para poder participar en los recitales que son tan el corazón como la cerveza y los caparazones de cuero con olor a faso. Soy como la tortuga que el Capitán Cook regaló al rey de Tonga en el siglo dieciocho y vivió casi doscientos años, muchos de ellos ciega. Pero era considerada una especie de jefa por los aldeanos. Un espíritu de poder. Y mi madre es un dragón, partisana de la oligarquía democrática. Avergonzada cierra con llave la puerta de mi torre todas las noches, y todas las mismas me escapo, con la guitarra que mi padre me dio antes de morir. Y atar no intentes a la mariposa, decía mi tocaya, (porque el nombre completo es Banda Emilia Metalera), ni escalar setos del arrobamiento. Hallar descanso en lo inseguro está en el mismo ser de la alegría.

It is all nothing
For the real point in hand
A loftier piece of work
An undissolving cloud
Confounded book
Not any lesser foil
Than all the glory of the world
With its empires all
Faint endeed the song
With only a few
passages to show

La multitud puede tener entre cincuenta mil y cuarenta personas. En el fondo hay una pared sin revoque con una abertura rectangular a un metro del suelo, y el suelo es de esa sustancia negra que es dura pero un poco gomosa. Cemento pintado, creo, con una especie de alquitrán. Queda marcado en polvo blanco por las zapatillas y los borcegos que hacen pogo. La abertura es el escenario, y ahí me voy a subir en un rato. Por ahora estoy muy feliz con mi cerveza en vaso gigante de plástico y mi mesita redonda solitaria. Tiene un agujero en el medio donde va la sombrilla, aunque estamos bajo techo. Me reconforta la sombra de la sombra y la mediasombra que es el fondo del escenario. El fondo del fondo es una mediasombra. Como dice la canción, “The bottom of the back is a half-shadow OF DOOM”. Si alguien se me acerca, le ladro. Tengo una imagen de Banda Metalera que mantener. Soy la banda entera y una sola persona. Se ríen, los boludos felices, cuando ven que el flyer dice Thrashing Swinburne, M. Androids, Dafnes y abajo “Banda Metalera”. Ajjajajaj no se les ocurrió un nombre y dijeron “ya fue, pongámosle Banda Metalera y fue. Ya fue. Total son todas iguales.” ATR, le contesta el otro, y chocan los cinco. ¿Y quién sabe si en eso no pensaba mi padre? Total, todas las hijas son iguales. Ya fue. Choquemos los cinco, Mónica. Mi mamá se llama Mónica.

I might percieve his eye
Just better than hers
An inversion of the sexes
Between the two speakers
Oh, my ignorance of life
A more godlike sleight of hand
Than gladness
and glory of life

Me gusta la palabra Gloria. Un cuaderno o una gloria perpetua, como en Dawn of Victory. Lo único que entendí de todo lo que cantó cualquier banda tana alguna vez. Mis padres los conocieron supuestamente, durante un viaje por Turín. A mi, claro, no me dejan salir ni al chino, que también tiene su banda metalera. Una china de quince años que es hermosa y está de novia con un tecladista que se llama Andrés Calamaro, pero no es el que es famoso. Es un pibe que trabajaba en la carnicería y le dicen Andrés Calmate, porque tiene el molesto hábito de volverse completamente loco. Ahí viene gritando, con la china sumisa atrás. Pero se cierran las puertas y manda ella. Se abren, y Andrés se vuelve completamente loco.

I’ve always said
But no pretext ever arose
My master’s greatest shame
A lightning of divine rage
Raaaaaaaaaaaaaaaaage

La divinidad está siempre presente en cualquier recital metalero. Desde que murió el último corintio, cualquier fábrica abandonada se vuelve una Iglesia. Cualquier damisela de torre una princesa. Andrés y la china, a quienes amo, se sientan en la mesa de al lado. Hoy la banda de Andrés no toca y, de hecho, por lo que entiendo, se separaron para siempre. Nunca voy a tener ese problema. ¿Quedará alguien para escucharme cuando terminen las Dafnes y me toque a mí? Hay gente que recién llega, tambaléandose, y me busca con ojos vidriosos. No tengo idea de dónde vienen, ya que no conozco el barrio de día, y la ciudad es muy grande.

No tengo letras de ciudades. Quizás algún día, cuando conozca alguna para inspirarme. Turín, quizás. Algún quizás. Lewis Mumford dijo que la diferencia entre un pueblo y una ciudad es que la ciudad recibe forasteros. La cantidad de habitantes se la pasa por los huevos. Este bar es más bien un pueblo y yo, que me llamo Banda Metalera, certificada por guitarras y gritos, nunca seré Emilia. Solamente, Emilia. La que se escondía en su flor, para que alguien sienta sin saberlo, casi la soledad que le han dejado.

Clavóle yo la espada al inmenso guerrero
En el dedo gordo del pie
Su dedo tiene una sortija
Me digo lúcida que no la quiero
Y recuerdo que si bien todos morimos
La muerte no nos conoce
Y nosotras no la conocemos

Como no hablo nunca con nadie, todos los idiomas me dan lo mismo. No me identifica ninguno. Soy un fixture eterno en todos los flyers de este inmenso bar fabril de mala muerte. Seguramente fue un arreglo de mi padre antes de morir. “Mi hija ha nacido predestinada para ser una Banda Metalera y jamás una Emilia, y tocará en este lugar hasta que colapse por su propia pésima construcción y sea reemplazado por una inmensa torre” “Señor, no podemos hacer eso” “Aquí tiene cincuenta mil dólares” “Bueno, está bien”

De profundis
He started to answer, then shrugged
Civitas Dei
Nunca me amarás
El pescador con su pincel
And the painter with his nets

Andrés Calmate y la china se van, él gritando sobre los dólares del Fondo Monetario y ella diciendo que sí con la cabeza. Vinieron solamente a ver a las Dafnes. Si vieran uno de mis recitales, indudablemente se enamorarían de mi y me invitarían otro de estos vasos enormes de cerveza que son El Mar. Si soy la música que ponen muy tarde para que la gente deje de romper las bolas y se vaya, nunca me molestó. Luis Miguel, antes de volverse popular de nuevo. Una sola vez fui a bailar, y la música para que la gente se vaya fue por lejos la que más me emocionó.

Andate, ya está
Se terminó
It’s over
Hay que volver a la vida
Every warrior who survives a battle
Must hang her axe on the wall
The mighty tower awaits
Aguarda la brava torre
El metal envuelve tu corazón
La piedra no morirá jamás
Y mientras tanto mira:
Mira que rápido rueda
La rueda del ferrocarril

 

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.